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De Chofles a Maca, los constructores del éxito

Maca, tras un partido de 'play off' en Vista Alegre | ÁLEX GALLEGOS

Cristian López

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Detrás de un gran equipo, en la mayoría de los casos, siempre suele haber un gran entrenador. Una figura que puede tener multitud de facetas: desde los más racionales a los más viscerales, pasando por los reflexivos, los extrovertidos, los puramente tácticos o aquellos que abogan más por la improvisación y la liberación máxima del talento de sus pupilos. En efecto, la historia del Córdoba CF Futsal también puede contarse desde el punto de vista de aquellos que han dirigido en algún momento u otro su banquillo. Cinco entrenadores principales (y un inquilino provisional) que han actuado como piezas fundamentales en la construcción de un éxito, el mayor que se recuerda en muchos años en la ciudad. Cinco ideas distintas que han forjado un proyecto desde categoría provincial hasta alcanzar la élite, aunque siempre con una pauta común: la apuesta decidida por futbolistas de la tierra.

La aventura comenzó bajo el nombre de CD Minuto 90 en el Grupo 1 de la Primera Provincial Senior. Una puesta en marcha que asumió desde el rol de preparador un Rafa Chofles que, en palabras del presidente José García Román, “es un enamorado del fútbol sala”, un deporte que “vive a tope” y se hizo cargo del equipo “quizá en la temporada más complicada”, al ser la primera de su historia. Fue en el curso 2013-14 y, pese a las dificultades, se demostró que los mimbres estaban bien puestos, ya que esa plantilla debutó con enorme solvencia hasta conseguir su primer ascenso en el curso de su fundación. “Yo estaba en Santaella y me llamó Serafín porque García Román quería formar un equipo. Hice un elenco de jugadores de aquí de Córdoba y entonces salimos en provincial, que es muy complicado, una batalla pueblo a pueblo y solo entrenábamos un día a la semana, ya que solo podíamos alquilar la pista un día y cada vez en un sitio distinto”, indica Chofles.

Aquello fue un éxito absoluto, aunque con muchas trabas de por medio. “Estuvimos siempre arriba. Recuerdo que fue una temporada dura, coche para arriba, coche para abajo, aunque hay que decir que no nos faltaba de nada. Si algo faltaba, Jose lo ponía. Cuando empezó esto, nadie nada un duro por él y lo digo le duela a quien le duela. Ahora estamos arriba y todo el mundo se acuerda del equipo”, rememora el técnico. Sin embargo, la falta de titulación del mismo obligó a la entidad a cambiar de manos el timón de cara a afrontar su participación en el Grupo 17 de Tercera División.

Aún así, Chofles reitera que “me alegro muchísimo por García Román, él lo sabe. Lo mucho que ha luchado. Nosotros hablamos tras cada partido y él sabe los puntapiés que ha tenido que afrontar. No ha inventado el fútbol sala, pero ha subido el equipo a Primera, le pese a quien le pese y todos saben de quien hablo”, puntualizando además “estar muy orgulloso por lo que me ha tocado” y felicitando también a todos los entrenadores que han pasado luego, “en especial a Maca, que es una grandísima persona y se lo merece”.

Antonio Arellano fue elegido entonces el sustituto. Una pieza imprescindible para entender la idiosincrasia del fútbol sala cordobés. Su figura es transversal para dicho deporte, pues como jugador logró pasar por todas las categorías de fútbol sala y por todas las selecciones, consiguiendo desde el banquillo además alcanzar la Segunda División. Con él, el crecimiento siguió, pues se logró un segundo ascenso consecutivo desde Tercera. A ritmo de crucero. Además, el conjunto de Arellano, ya por entonces bajo la denominación de Itea Automatismos CD, debutó en Segunda División B igualmente con excelentes sensaciones.

En este sentido, el técnico reconoce que “siempre había entrenado en la provincia con los jugadores que hubiera en esos equipos con algunos pocos refuerzos”, mientras que “en Córdoba podía intervenir más en la confección de la plantilla y conseguimos hacer una grandísima plantilla consiguiendo que jugadores que entonces jugaban en equipos de categoría superior y/o cobrando apostaran por este proyecto”. De hecho, en aquel equipo ya figuraban jugadores como los hermanos Leal o Cristóbal (artífices del ascenso a Primera), que alcanzaron un más que meritorio quinto puesto en su primer curso en el Grupo 5 de la categoría de bronce.

Asimismo, Arellano recuerda que se tomaron decisiones importantes “como jugar en Vista Alegre”, pues “creíamos que si éramos el equipo de la ciudad deberíamos hacerlo en la mejor instalación”. De este modo, y pese a que muchos “del mundillo nos llamaron locos”, el equipo era sobre todo “una familia” y “si hoy Córdoba tiene un equipo en Primera este equipo que se creó tiene mucho que ver”.

No obstante, la participación del preparador cordobés en multitud de proyectos hizo que su implicación con el equipo se viera reducida, lo cual obligó de nuevo a García Román a un cambio de aires. Así las cosas, sobre la trayectoria que ha tenido el club desde su salida, Arellano sentencia que ha hecho “una labor imposible de mejorar. Se siguió convenciendo a jugadores cordobeses importantes a que se sumaran y, sobre todo, el gran espaldarazo de conseguir vestir y llevar el nombre del Córdoba CF, no ya por la mayor o menor aportación económica, sino por la ya absoluta identificación de todos con el club, conseguir llenar Vista Alegre y ese sentimiento de identidad ha sido crucial en la consecución de este éxito”.

En un nuevo curso en Segunda B, Antonio García aterrizó en el Itea desde el Lucena Futsal. Exigencia, método y estudio del deporte al máximo, lo que hizo que la plantilla diera un paso más hacia adelante. Durante todo el curso 2016-17, el cuadro granate se mantuvo en lo más alto de la tabla, peleando con el Cerro Reyes por el campeonato, y firmando su primera clasificación histórica para la Copa del Rey. Buena parte de culpa de aquello la tuvo García, que subraya que “estos jugadores a los que tuve la posibilidad de dirigir en su mayoría durante la temporada 2016-17 (y algunos otros durante temporadas anteriores en Ategua y Lucena y selecciones de base) atesoran una serie de valores que hacen muy fácil la labor a un entrenador”, como son el “compromiso altruista”, pues “han estado haciendo miles de kilómetros durante años sin recibir contraprestación económica alguna”, además de “la pasión y el amor por nuestro deporte y una calidad fuera de serie”.

No obstante, su labor tampoco consiguió tener la continuidad deseada, pues apenas unas semanas antes de finalizar el torneo, emprendió su aventura vietnamita, integrándose en el cuerpo técnico del combinado nacional asiático. Ángel Castellano asumió el liderazgo desde el banquillo para pelear por el título hasta el final de curso, lo cual no se consiguió, aunque -inesperadamente- la oportunidad del ascenso sí que llegaría. Sobre la progresión del actual Córdoba CF Futsal, García analiza que “han llegado a su madurez deportiva haciendo historia para el futsal cordobés”, una gesta que “me ha hecho muy feliz y más estando a diez mil kilómetros de distancia. Córdoba puede estar orgullosa de todos ellos”.

Miguel Ángel Martínez Maca tomó el mando del equipo aquel verano de 2017, con la idea de liderar el proyecto en su tercer curso de bronce. Aún se desconocía la posibilidad de ocupar plaza de plata. El Córdoba CF se incorporó a las pocas semanas al proyecto y la LNFS otorgó la promoción a la entidad tras una renuncia y al haber finalizado como la mejor segunda. El club salió a cumplir su sueño en categoría profesional con una plantilla cordobesa casi en su totalidad y confeccionada en apenas dos semanas. Y no defraudó. Maca, que había sido jugador en equipos de solera como Apademar y Adecor y que dejó huella en el banquillo del Bujalance durante cinco años, vivió en primera persona un crecimiento impensable. Debut en Copa y estreno en Segunda División (con el presupuesto más bajo), quedándose a una victoria de la clasificación para el play off. Se dice pronto.

Idilio total. El preparador ha sabido sacar lo máximo de los suyos en una segunda campaña para enmarcar. Todos de la casa. Todos amigos. Manzanares, Gran Canaria, Santiago, Betis o Mengíbar. Todos han quedado atrás. Vista Alegre hasta los topes. Y él, como sus jugadores, llorando como un niño. Cumpliendo lo que siempre soñó: llevar al equipo de su tierra a la élite. El último constructor de un proyecto que vive y disfruta a pasos de gigante.

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