¿Factor favorable o trampa encubierta? Con once rivales recién ascendidos
Quizá la configuración pudiera resultar extraña. De hecho, aún se da tal consideración. Sobre todo por la división de los diez clubes de Andalucía, con seis en un grupo y los cuatro restantes en otro diferente. Además, la inclusión de los cinco representantes de Canarias significa un contratiempo en la previsión inicial. Crecen las distancias y con la necesidad de volar, también los gastos. Pero más allá de estos, un aspecto sobresale en relación al Córdoba dentro del apartado organizativo. El conjunto blanquiverde mira a la próxima temporada, en cuarta categoría y con el objetivo ineludible de recuperar la tercera, con la sensación de afrontar un campeonato asequible. La razón es que una gran mayoría de sus rivales son recién ascendidos de Tercera, y por si fuera poco son seis de ellos los que ni siquiera tienen experiencia en la extinta Segunda B.
Se trata de un hecho, así descrito, que probablemente haya pasado desapercibido y a la vez resulta muy significativo. Tanto que el club ya asume su papel de favorito dentro del Grupo IV de Segunda RFEF. “Vamos a ser el rival a batir”, expresó Juan Gutiérrez Juanito, director deportivo de la entidad, tras conocer los adversarios que va a tener el equipo en la 2021-22. No le falta ni falta razón al gaditano, ya que el cuadro califal está encuadrado en una competición particular con once conjuntos procedentes de inferior categoría -Tercera hasta la 2020-21, que como cuarta división deja paso precisamente a la misma en que van a militar los blanquiverdes-. De Andalucía, por ejemplo, están el Antequera, el San Roque de Lepe, el Vélez y el Xerez Deportivo FC. Así, sólo el propio Córdoba y el Cádiz B entran en liza desde la desaparecida Segunda B en referencia a la comunidad autónoma.
Pero la lista es mucho más amplia y prosigue con los canarios Mensajero y Panadería Pulido, a los que ha de añadirse Tenisca o San Fernando. Estos dos últimos dirimen la última plaza insular en Segunda RFEF este domingo y ambos tienen idéntico rol, como es lógico. También se agregan en este sentido el Ceuta y los extremeños Cacereño, Coria y Montijo. Así, únicamente aparecen como rivales de bronce en el anterior curso, además del citado Cádiz B, Las Palmas Atlético, Tamaraceite, Don Benito, Mérida y Villanovense. De esta forma, el Córdoba se topa con un factor favorable que, por otro lado, puede ser una trampa encubierta. No en vano, existe el arma de doble filo que en este caso puede suponer un mínimo exceso de confianza o una idea de superioridad. “Tenemos que hacer un equipo lo suficientemente competitivo como para salir airosos de muchas situaciones”, señaló Juanito días atrás.
“Es una carrera a largo plazo, donde nosotros partimos con muchas opciones de estar arriba, pero hay que demostrarlo en el campo”, prosiguió el director deportivo. Era una llamada a la cautela sin dejar de aceptar que el Córdoba tiene más obligación si cabe, sobre el papel, de alcanzar la primera posición -que conduce directamente a Primera RFEF-. Lo cierto es que la aparente facilidad del grupo es perceptible mucho más si se tiene en cuenta otro dato. Hasta seis rivales no saben siquiera qué significa jugar en la extinta Segunda B. Sin ir más lejos, el Xerez Deportivo FC nunca estuvo en la división de bronce desde su reciente creación -allá en 2013-. Tampoco participaron jamás en dicha categoría el Panadería Pulido, el Ceuta, el Coria y el Montijo. Como no lo hizo el adversario que resta por saber, ya sea el Tenisca o el San Fernando.
Mayor es la diferencia de rango todavía si se buscan precedentes en Segunda. Existe una excepción a la regla, que en este caso es que ninguno de los 17 clubes con que está encuadrado el Córdoba en el Grupo IV jugó en la división de plata. La salvedad la establece el Cacereño, si bien con un matiz realmente importante. El club extremeño apenas estuvo en una ocasión en lo que actualmente es el fútbol profesional español. Ocurrió hace tanto que ni siquiera se había creado la extinta Segunda B. De hecho, su único antecedente en este sentido tuvo lugar antes de la aparición del Córdoba como tal -el CD San Álvaro, creado en 1951, pasó a denominarse así tras la desaparición del RCD Córdoba en 1954-. Sucedió, en definitiva, en la campaña 1952-53. Así, el apunte a colación de la entidad del Príncipe Felipe queda relativizado o es anecdótico y ya.
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