El pabellón de Fátima hace agua
Dos equipos se enfrentan en la pista. Compiten por un ascenso de categoría. No sólo es un salto de división sino que ambos aspiran a la principal del país. Todo es normal hasta ahí, una relación de hechos habitual a estas alturas de temporada en cualquiera de las disciplinas. Sin embargo, la situación es otra en este caso. La lluvia, de manera asombrosa al ser una infraestructura cubierta, obliga a detener el partido durante unos minutos. Y sí, un encuentro por alcanzar Sacyr Asobal, que es la máxima competición nacional de balonmano en España, queda paralizado porque el pabellón hace agua, a modo de símil con el fracaso de proyectos. El afectado directo es el Cajasur CBM, no sólo por esta circunstancia, y también como testigo el Horneo Sporting Alicante, los dos conjuntos que el sábado vivieran tan insólito momento.
En efecto, el cuadro granate se medía al levantino este fin de semana. Lo hacía como local en su feudo, un pabellón de Fátima que desde hace tiempo muestra deficiencias realmente serias. Hay quien piensa que el club debe trasladarse a Vista Alegre por su rango y lo cierto es que la entidad prefiere continuar asentado en el clásico espacio del barrio homónimo. Es su sede y en ella desea seguir, tanto para entrenar como para competir. Pero se hace cada vez más difícil dadas las circunstancias. Como ejemplo, generador de sonrojo además, estuvo la suspensión durante unos minutos, en torno a cinco, del mencionado encuentro de la cuarta jornada de la fase de ascenso a Sacyr Asobal entre el Cajasur CBM y el Horneo Sporting Alicante con motivo de la caída de agua a la pista. Y así fue porque las goteras asemejaban a varias duchas.
La lluvia fue la causante de la situación, que sirvió para destapar definitivamente los importantes defectos con que cuenta el pabellón de Fátima. Mientras caía el agua y los jugadores de uno y otro equipo esperaban, así como los árbitros, miembros del club y de la instalación se afanaban en secar la cancha. Con un ascenso a la máxima categoría en juego, es necesario insistir para contextualizar. Por fortuna. La tormenta acabó y las filtraciones también terminaron, de forma que el partido pudo continuar sin más problemas. Probablemente podría quedar en anécdota la experiencia pero sería más acertado buscar solución a un problema que se agravó tras una granizada el 12 de agosto del pasado año. El pedrisco ocasionó entonces daños en la techumbre de la infraestructura, con agujeros que tardaron en repararse.
Durante semanas el Cajasur CBM estuvo condicionado en su trabajo diario al tiempo. Si llovía no quedaba más remedio que posponer el entrenamiento de turno. Incluso se dio la circunstancia de que el primer partido del curso para el conjunto granate como local tuvo su escenario en el aire por esta razón. Fue el 26 de septiembre cuando el Instituto Municipal de Deportes (Imdeco) acometió la reparación de la cubierta. Aun así la problemática no desapareció pues los huecos propicios para la entrada de agua si se producen precipitaciones no desaparecieron del todo. Y estos no existen desde la referida granizada de 2020 sino que ya los había desde mucho antes. No sólo eso sino que el muro lateral frente a su grada, que por cierto tambalea en ocasiones, cuenta con demasiada apertura al aire en su parte alta. Esto significa que si llueve con viento el agua también accede. En definitiva, está claro que el pabellón de Fátima hace agua y necesita una profunda revisión y reforma.
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