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El baile sigue en la Copa

Piovaccari celebra el primer gol del Córdoba en Málaga | LOF

Paco Merino

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Menuda noche. El Córdoba sigue adelante en la Copa después de una velada enloquecida, en la que todo ocurrió como se podía prever pero de una manera mucha más bizarra. El que debía remontar se comportó como mandan los cánones. El Málaga tuvo más la pelota y atacó, claro que lo hizo. Marcó tres goles. Pero el Córdoba le respondió con cuatro. Una brutalidad. Los de Carrión despacharon una actuación plena de oficio, sudor y reivindicación. Y pegada, obviamente. Piovaccari anotó un par de dianas y Pedro Ríos, que parecía un chaval, firmó otro doblete para dejar La Rosaleda en llamas.

En apenas 72 horas, el Córdoba ha conseguido colocarse a dos puntos de play off de ascenso y doblegar en la Copa del Rey a un Primera como el Málaga. Lo que pudo ser un fin de año rumiando complejos ha derivado en unas fiestas reconfortantes. Puede haber problemas, pero no drama. El cordobesismo ha conseguido motivos para ilusionarse otra vez, en ese péndulo sentimental que marca su vida. Carrión dejó, además, un mensaje. Entre el once que venció en el Carlos Tartiere al Oviedo y el que sacó adelante la eliminatoria copera en La Rosaleda sólo hubo tres futbolistas que repitieran presencia. En Málaga debutaron con el catalán como jefe los laterales Caro y Samu. El nuevo técnico exprimió al máximo a la plantilla de cuarenta que forma parte del argumentario oficial del club cuando se le saca el tema de los refuerzos. Que siguen faltando, aunque ahora se añadirán nuevos datos al debate. La cuestión es que el Córdoba termina el año con una justificada sonrisa. El personal se ha ganado las vacaciones hasta el 29.

Al Córdoba le aguardaba una tortura en La Rosaleda. Que el Málaga iba a salir a morder lo sabían hasta en Filipinas. A Juande Ramos le miran todos con mala cara en las últimas semanas. Llegaban de ser vapuleados por el Sevilla en la Liga y pensaban, con cierta razón, que una ración de épica con remontada ante el Córdoba les vendría bien para aplacar ánimos en la grada y acallar conciencias en el vestuario. Lo intentaron a plomo. Los primeros instantes fueron de asedio malaguista, con Sandro Ramírez como abanderado de la ofensiva. A los cinco minutos, el canario probó a Razak con un disparo que el ghanés sacó con muchos apuros. La defensa sacó como pudo, el balón pegó en los pies del árbitro y se montó una contra en la que Guille Donoso no pudo poner el colofón. El asturiano se resbaló. Pero esa jugada fue un aperitivo de lo que llegó después.

A los 17 minutos, Sandro elevó la temperatura en La Rosaleda con un gol que dibujaba la esperanza local. El delantero tocó lo justo para batir a Razak, que se le tiró a los pies. Héctor Rodas, que llegaba a tapar, tropezó con su compañero y cayó de mala manera al césped. Entraron los médicos, le inmovilizaron el brazo y el central levantino se fue doliéndose del hombro. Cambio al canto. Carrión sacó a Luso y la retaguardia se hizo más experimental aún. Cuando Sandro estrelló en el larguero una falta el minuto 25, los malaguistas vivían en un estado de efervescencia ante un Córdoba que recibía los golpes con dignidad. Esperaba su oportunidad. Y ésta le llegó, como no podía ser de otro modo, en el contragolpe. Con el Málaga volcado, Pedro Ríos -muy bien el jerezano- agarró la pelota y la envió a Guille Donoso, que corría a su lado. El asturiano terminó pasando a Piovaccari, que le acompañaba, para que el italiano tocara con la puntera derecha antes de que el defensa se le echara encima. El 1-1 obligaba al Málaga a hacer tres goles más para eliminar a un Córdoba que se creció, dando al partido una nueva dimensión.

Sandro, pletórico en la noche malagueña, relanzó las opciones de los suyos en el minuto 38, con un latigazo al borde del área que sorprendió a Razak. En pleno subidón local, el Córdoba ofreció una réplica espectacular. En otra rápida transición desde atrás, Carlos Caballero le metió un pase a Pedro Ríos, que no llegó a armar el disparo porque Boyko se le echó encima para despejar. El balón le cayó a Piovaccari, que estaba en el sitio en el que deben estar los que practican su oficio, y el italiano remachó el 2-2 para llevar al delirio a los casi quinientos seguidores que se desgañitaban en la grada ondeando sus bufandas blanquiverdes. Aún pudo Pio agrandar la herida del Málaga en el tiempo añadido de la primera parte, cuando recibió de Pedro Ríos para pegar un trallazo que Boyko despejó a córner. En La Rosaleda hubo pitos para los locales en el intermedio. El Córdoba tenía ya las tres cuartas partes de su objetivo en la mano. Había venido a marcar y lo hizo dos veces.

A la vuelta, el Málaga salió furioso. Le hacían falta tres goles -y que el Córdoba no marcara ninguno más- para dar un giro a la situación. Hizo lo que se suele hacer en estos casos. Los jugadores se fueron arriba, metieron la pierna y hubo mucha escenificación de ímpetu, la mayor parte de las veces improductivo. Pero a la gente le gusta ver que, al menos, hay sangre y rebeldía en los suyos cuando las cosas van mal. Los de Juande Ramos apretaron. Y fuerte. En el primer cuarto de hora, con Sandro al frente, los albiazules acumularon llegadas al marco de Razak. Los zagueros achicaban como podían mientras los seguidores blanquiverdes animaban cantando de forma conmovedora el himno en el minuto 54.

Chory Castro pudo adelantar al Málaga en el 63' tras una acción en la que el Córdoba perdió un balón en el centro del campo. Lo de aguantar la posesión resultaba complicado a los de Carrión, que entre los nervios y la presión malaguista lo pasaban realmente mal. Sandro, erigido ya en héroe local, lanzó un zapatazo que se estrelló en el poste de Razak, al que se le acumulaba el trabajo. Era lo que tocaba. En una nueva contra, Pedro Ríos se plantó delante de Boyko y Llorente le derribó por detrás. Penalti. Y amarilla para el central. El jerezano agarró el balón y lanzó el penalti con oficio, logrando dejarlo dentro de la red. Ocón Arráiz mandó repetir porque Piovaccari había invadido el área. Ríos lo volvió a ejecutar con idéntica pericia y colocó el 2-3. A partir de ahí, el Córdoba sacó pecho y superó a un Málaga hundido y desnortado. A Juande Ramos le dedicaron cánticos hirientes y el Málaga se dedicó más que nada a adecentar el marcador de una eliminatoria que ya tenía absolutamente perdida. Chory Castro marcó a falta de tres minutos en una jugada embarullada, que muchos seguidores locales no vieron porque ya se habían marchado a casa. Y tampoco padecieron la visión del cuarto del Córdoba, que firmó Pedro Ríos para redondear una noche excepcional. Quienes cantaron fueron los blanquiverdes y sus seguidores, que se hermanaron en un final de éxtasis.

FICHA TÉCNICA

MÁLAGA, 3: Boyko, Rosales, Llorente, Mikel Villanueva (Jony, 57'), Miguel Torres, Fornals, Juanpi (Duda, 69'), Chory, Ontiveros (En Nesyri, 69'), Michael Santos y Sandro.

CÓRDOBA, 4: Razak, Samu de los Reyes, Bijimine, Héctor Rodas (Luso, 20'), Caro, Caballero, Edu Ramos, Guille Donoso (Moha Traoré, 77'), Esteve (Alfaro, 71'), Pedro Ríos y Piovaccari.

ÁRBITRO: Ocón Arráiz (Comité Riojano). Amonestó con tarjeta amarilla al local Duda y al visitante Luso.

GOLES: 1-0 (17') Sandro. 1-1 (27') Piovaccari. 2-1 (38') Sandro. 2-2 (40') Piovaccari. 2-3 (66') Pedro Ríos, de penalti. 3-3 (87') Chory Castro. 3-4 (88') Pedro Ríos.

INCIDENCIAS: Partido de vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey, disputado en el Estadio de La Rosaleda ante 15.000 espectadores, con medio millar de seguidores cordobesistas en las gradas. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Fidel Uriarte, ex jugador del Málaga. El Córdoba logra la clasificación para los octavos de final de la Copa del Rey por un marcador global de 6-3 (2-0 y 3-4).

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