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'Sueños y pan', una película sobre la incertidumbre y las ganas de escapar de una generación

Escena de 'Sueños y pan' de Luis Soto Muñoz.

Rosario Ostos

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El director de cine y guionista, Luis Soto Muñoz, también conocido como Soto, pertenece a la generación de la incertidumbre, no sabe cómo será su futuro, dónde estará ni cómo. Aunque el presente lo tiene claro, tres proyectos cinematográficos independientes y trabajos para mantenerse. Entre ellos, su primer largometraje titulado Sueños y pan, una “oda al escapismo”, como él la define, que nació en 2019, pero se detuvo en 2020 por la pandemia de Covid-19. Después de cuatro años, Soto y su equipo están a las puertas de un estreno mundial en el Atlántida Mallorca Film Fest y en la plataforma Filmin.

Este joven cineasta nació en Baena (Córdoba), allí vivió hasta los 19 años cuando se fue a Madrid a estudiar y buscar oportunidades profesionales. En estos cuatro años de trabajo ha tenido que lidiar con un bajo presupuesto y unos horarios limitados, así asegura que aunque “es muy sufrido, a la larga se aprende a disfrutar del proceso que es muy bonito”.

Sueños y pan es su primer proyecto fuera de Córdoba y trata sobre “gente atrapada en un núcleo urbano que no le permite desarrollarse ni escapar de esa cárcel”. Una historia interpretada por los actores Javier de Luis y George Steane, con dos energías muy distintas que permite una unión perfecta. “El resultado ha sido unas escenas muy cómicas”, afirma.

Incertidumbre entre los jóvenes

El neorrealismo madrileño es una de las etiquetas que un director les puso, aunque “se puede coger con pinzas”, señala. Soto lo relaciona más con “el cine quinqui, el cine rodado a las afueras de Madrid”, explica. “Los protagonistas tienen una especie de viaje a ninguna parte”.

El film recoge ese espíritu de incertidumbre de toda una generación que no encuentra su hueco en una nueva etapa de su vida con “problemas de la vida real, sueldos, alquileres”. “Nos sentimos muy desorientados, parece que debemos tener muchas decisiones tomadas y en mi generación nadie tiene nada claro”, reflexiona.

Las localizaciones madrileñas de este rodaje han sido testigos de una historia ficticia que ocurre en la realidad, personas que a pesar de estar en un lugar siempre recuerdan aquellos sitios donde fueron felices. El propio director admite que desde el centro de España mira al sur, a Baena donde viven familiares y amigos. “Esto impulsa a los personajes a lo largo de la película”, detalla.

A pesar de sentirse en una constante “cuerda floja”, a este joven director le mueve el sur y las vivencias que recopiló en Baena hasta que tuvo que mudarse a la capital del país. Ahora asegura que está “muy contento, aunque tenemos ganas de terminar” debido a los años que llevan con este proyecto sobre sus espaldas. “Cuando salga de la proyección voy a ganar años”, bromea.

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