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“Panero ya vio venir esta censura moderna en la que todo es una horterada”

Selfie del escritor Javier Mendoza

Juan Velasco

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Nacho Vegas se apuntó el tanto, cuando cantaba “casi conocí en una ocasión a Michi Panero, y es bastante más de lo que jamás soñaríais en mil vidas”. El compositor madrileño sucumbía de este modo a uno de los agujeros negros más excitantes de la vida cultural española de los últimos 50 años, los Panero. Y, en su gusto infinito por esquivar lo común, Vegas puso la lupa sobre el menor de aquellos hermanos que protagonizaron El Desencanto.

En ese agujero negro se ha colado también el escritor Javier Mendoza. Su caso es distinto. Mendoza es hijo de Sisita García Durán, la segunda mujer de Panero, y éste le entregó una carpeta llena de manuscritos sin publicar y le dijo que hiciera con ellos lo que quisiera. Porque Michi Panero no era escritor, ni novelista, ni poeta, pero escribí una columna al día con una lucidez envidiable.

Del viaje al interior de los Panero, su obra y su vida, que a menudo se confunden, ha escrito también Mendoza en El Desconcierto, su trozo de esa jugosa tarta de escritos no publicados que es Funerales Vikingos, y que tendrá continuidad con un nuevo volumen que recopilará sus columnas de opinión en El Independiente y Diario 16. Un nuevo capítulo en la bibliografía dedicada a los Panero, esa familia cuyo desmembramiento público fue tomado como un ejemplo de la decadencia del franquismo y que, como aquel régimen, nunca termina de sorprendernos.

PREGUNTA. El libro ya lleva un recorrido desde que se editó. ¿Qué es lo mejor que te ha traído la publicación de Funeral Vikingo, El Desconcierto?

RESPUESTA. Pues la verdad es que lo mejor ha sido sacarlo. Me había costado procesar todo lo que fue la vida con Michi Panero, y ya simplemente poder contarlo ha sido una alegría. Y luego, ha tenido bastante atención el libro, y todo lo que ha venido después ha sido muy positivo.

P. ¿Por qué te lleva tanto tiempo la publicación de este material?

R. Yo recibí esos papeles de Michi cuando tenía 18 años. Y lo que más me interesó fueron los cuentos. Entonces, en ese momento, me di cuenta de su importancia, pero desconocía cuál era mi papel. Con los años, y más especialmente con la muerte de mi madre hace dos años, me doy cuenta de que se puede contar esta historia como algo cerrado.

P. ¿Cuándo Michi te hace entrega de los documentos, tú te sientes su albacea?

R. Hombre, yo cuando me los dio no entendí nada. No lo esperaba. Él me dio aquello y me dijo: Toma esto y tú verás qué haces con ello. Y, yo, que sabía que aquello era importante, no sabía de qué manera. Ha sido con el tiempo, con la madurez y con la vida.

P. Ese gesto enlaza de alguna manera con la forma en que publicaba, detrás del pseudónimo de José Blanc.

R. No era tanto un pseudónimo, porque él se llamaba José Moises Panero Blanc. Y, al usar José Blanc, de alguna manera se identificaba más con la parte de su madre, que era la que escribió cuentos. Porque, de toda la familia, los que más atención le prestaron a los cuentos fueron Michi y Felicidad Blanc.

P. ¿Qué diría Michi hoy día si estuviera vivo?

R. Michi estaría contento de volver a estar en el candelero. Y también de que yo hubiera hecho algo con eso. Ahora, no se muy bien cómo hubiera encajado las críticas. Porque, curiosamente, se ha resaltado mi parte más que la suya. Aunque eso responde a que Michi tampoco lo escribió para publicarlo. Y, de alguna manera, me gustaría sacarme esa espina y estoy en el proceso de sacar otro libro con las columnas de Michi Panero para El Independiente y Diario16. Y ése sí es material que escribió para publicar.

P. Los Panero son una especie de pequeño género literario en España, que surge cada cierto tiempo. ¿De dónde viene esa fascinación?

R. Yo creo que, cada vez que veo El Desencanto, en lo que más me fijo es en la elegancia y en la dicción. En la manera que tienen ellos de gestionar sus temas emocionales, de un modo muy elegante. Hay una parte en la que a todos nos gustaría ser los Panero. Ser tan elegantes, y tener esa crudeza a la hora de decir lo que les pasa por dentro.

P. Y, como reflejo del país, ¿encuentras en ellos un reflejo de esta España postfranquista que no termina de despegar?

R. Es curioso, porque la base de El Desencanto tiene mucho que ver con Franco, porque se rueda antes de que muriera, y se estrena después de muerto. Pero lo curioso de los Panero es que a ellos se les muere su Franco particular, que es su padre, en el año 62. Con lo cual, digamos que ellos acceden a la libertad cotidiana unos 10 años antes que todos los demás, y el desencanto que ellos viven es un poco el que ha vivido la sociedad española un poco más tarde.

P. La película llegó en un momento complejo, y sufrió la censura. Ahora, que vivimos en un momento en el que parece que desandamos los andado, ¿qué crees que dirían los Panero hoy en día?

R. Es que Michi Panero ya vio venir esta censura moderna, en la que todo es una horterada. Panero estaba en eso. Ten en cuenta que escribía una columna cada día. Y hay que darle la razón a Michi en que todo está siendo cada vez más hortera. Yo creo que él lo llevaría cada vez peor.

P. ¿Cómo sería Panero en la época de Twitter?

R. Pues casualmente he hecho un Twitter de Michi, en el que he cogido frases suyas de las columnas que cuadraban bastante bien con la actualidad. Yo creo que no tendría ningún enganche con las nuevas tecnologías, pero sus frases son carne de twitter.

P. ¿Sería, a lo mejor, un columnista estrella, como sus amigos Javier Marías y Vila-Matas, que son trending topic casi sin quererlo?

R. Curiosamente, entre ellos dos se llevan a matar, porque son de la misma generación, uno catalán, otro madrileño. Como el agua y el aceite. Yo creo que, si Michi en la actualidad tuviera un grupo de jóvenes, quizá. Él desde luego era muy vago, y le daría pereza sacarse una cuenta en cualquier sitio.

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