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CRÓNICA
Dos generaciones de rock revientan La Axerquía

Concierto de Lory Meyers

Aristóteles Moreno

15 de julio de 2023 10:37 h

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Con una puntualidad ofensiva, Los Enemigos se plantaron anoche en el escenario del teatro de La Axerquía y comenzaron a ametrallar canciones sin tregua. No habían transcurrido treinta segundos sobre las diez de la noche y cientos de devotos aún seguían guardando cola en las afueras del recinto. Pero el rock es así. Sin término medio. Y allí estaban Josele Santiago y sus colegas, al borde de las sesenta castañas, rescatando viejos himnos ochenteros que aún suenan vigentes, turbios y demoledores.

La banda de Malasaña sigue intacta. Disparando riffs de alto voltaje y descargando sus insolentes guitarrazos de siempre. Los primeros temas cayeron uno detrás de otro con una contundencia feroz comandados por la voz desabrida e inconfundible de uno de los cantantes más personales del firmamento rock. La puesta en escena de Los Enemigos fue sobria y sin concesiones. Nada que ver con la exuberante propuesta que minutos después ofrecieron Lori Meyers, una de las marcas más engrasadas del pop independiente del siglo XXI.

El teatro de la Axerquía presentaba un aspecto excelente, con un público claramente partido en dos generaciones consecutivas que han metabolizado la música popular de forma distinta. Los Enemigos, con casi cuatro décadas de oficio, no fueron primer plato del cartel. La expectación estaba focalizada hacia la joven banda de Loja, que asaltó el escenario con un decorado efectista, perfectamente diseñado y un juego luminotécnico rompedor.

Lori Meyers cuenta con una legión de seguidores. Y quedó certificado desde el primer tema. Sus devotos abarrotaron la pista del teatro al aire libre y se desgañitaron cantando, una detrás de otra, las letras de un grupo que sonó compacto, intenso y vitamínico. Antonio López ‘Noni’ lideró el concierto de punta a cabo con solvencia y poder de convocatoria. Se contorsionó con la guitarra, castigó sus cuerdas vocales y recorrió frenéticamente el escenario para delirio de la hinchada. En el último cuarto del ‘show’, saltó a la pista y se dio un baño de multitudes en un nuevo guiño escénico de un grupo que se siente en la cresta de la ola.

La banda exhibió una energía arrolladora. Bien plantados sobre el escenario y apoyados en un hipnótico reclamo visual, desgranaron todos sus éxitos discográficos coreados incansablemente por una tropa que se conoce todas sus creaciones de memoria. Lori Meyers coronó una noche redonda, que agitó a dos generaciones que han convertido la música en su seña de identidad. Los de Loja acaban de cumplir 25 años en la carretera. Su estrella parece no apagarse desde que en 2004 Radio 3 los reconociera con el Premio Ojo Crítico y ya llevan una decena de trabajos discográficos bajo el brazo.

Los Enemigos, por su parte, han dado toda una lección de supervivencia desde que cayeron a plomo en la fiesta friki de los ochenta cuando Mecano soñaba con Hawai-Bombai y los Hombres G se retorcían en polvos pica pica. Y lo hicieron a base de guitarrazos salvajes y letras descarnadas que dinamitaron el universo frívolo que se había adueñado del panorama discográfico nacional. Nadie en su sano juicio aterriza en la España de 1985 con una banda de rock sucio y estridente. Nadie salvo Josele Santiago y su voz rota como el aguardiente.

Fue en ese año cuando se llevaron el Villa de Madrid y se prepararon para alumbrar su primer plástico en 1986 bajo la etiqueta de ‘Ferpectamente’. La banda de Malasaña no colapsó las listas de discos más vendidos, pero se ganó una legión de incondicionales que no han parado de devorar sus atribuladas canciones hasta hoy. Al filo de los noventa, Los Enemigos se dieron cuenta de que ‘La vida mata’ y en su tercer trabajo vomitaron alguno de sus temas más rotundos, como ‘Septiembre’ y ‘Desde el jergón’.

La banda madrileña ha sostenido su arrolladora personalidad sobre los cimientos de la atípica garganta de Josele Santiago, de cuya caverna sonora brota un lamento ronco y arrastrado capaz de estremecer a cualquier macarra de barrio. No importa que su fraseo sea ininteligible ni que sus letras parezcan, a veces, un montón de chatarra deslavazada, que la furia de Los Enemigos llega siempre sin interferencias al corazón de sus adeptos.

Toda esa energía desbocada se encuentra perfectamente empaquetada en sus ‘Obras escocidas’, aquel álbum en vivo de 2001 con el que dijeron adiós por razones de vaya usted a saber. La carta de despedida de la banda quedará para la historia como una de las perlas de la literatura del absurdo. Hasta que en 2006 se reunieron provisionalmente para celebrar el veinte aniversario de su primer LP y en 2012 decidieron abrir una nueva y accidentada etapa propia de una banda ingobernable como Los Enemigos.

El último trabajo salió en marzo de 2020. A solo una banda ceniza como la de Malasaña se le podía ocurrir para el lanzamiento de ‘Bestieza’ elegir el mes de la pandemia más letal del último siglo. Su reaparición no fue mucho mejor: en marzo de 2022 dieron todo un petardazo en Compostela con un concierto caótico protagonizado por Josele Santiago y un presunto error en su medicación. En cualquier caso, y pese a todo, nunca subestimes a Los Enemigos. 

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