Las muertes más extrañas y curiosas de los reyes de España
Sin ambages. Así se muestra el historiador Manuel García Parody, que acaba de publicar Muertes regias. Cómo murieron los reyes de España (Editorial Almuzara), donde nos cuenta a qué rey niño le cayó una teja, a quién lo mató un oso o a quién le vino la Parca a buscar por tomar demasiados afrodisíacos. Un ensayo muy divertido, y magníficamente escrito, que nos hace leer la Historia de España, buena parte de ella, con una sonrisa en los labios y lejos de sesudos y pesados tratados.
Manuel García Parody nos dice que “he reunido siempre las dos cosas. El historiador es el que investiga, el que se mete en los archivos, en las fuentes de la Historia y a través de eso reconstruye personajes o periodos Eso lo he hecho prácticamente desde que terminé la carrera. Pero luego está la segunda faceta, que es la de divulgador y, en cierta manera, un profe de enseñanza media es un divulgador de la historia porque hay que explicarle historia a jóvenes que no solo van a estudiar Historia, sino que a lo mejor es la única vez que la estudian”.
Jubilosamente jubilado, el profe García Parody sigue siendo un divulgador sobre nuestro presente continuo y sigue hablando de Historia y su didáctica mientras tomamos un café: “Sí, la Historia hay que intentar divulgarla, sin perder el rigor hay que tener en cuenta la comunicación; ya lo dijo Ortega, ´La claridad es la elegancia de quien explica o de quien escribe, hay que ser lo más claro posible para que el mensaje llegue a la mayoría´”.
El libro nos descubre algo que ya deberíamos saber: la muerte de los presuntos inmortales es lo único en que se igualan a los mortales. Descubriremos en Muertes Regias cosas curiosas: rey niño al que le cae una teja en la cabeza. A otro lo mata un oso en una cacería. A un emperador le pica un mosquito o hay la sospecha de un exceso de afrodisíacos…
La más curiosa es la de Sancho II, que muere defecando. “No es una manera muy regia de morir. Es lo que dice la leyenda, los cantares de gesta”, dice García Parody. “Yo no estaba allí”. Remata el profesor.
Manuel García Parody reúne rigor y divulgación en este libro que nos cuenta, en definitiva, que entre pompas y circunstancias, todo es susceptible de fastidiarse (por no decir, joderse).
Don Manuel es el profe de Historia que siempre quisimos tener.
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