El silbido suave de David Donnier se cuela entre las callejuelas de la Judería de Córdoba y despierta a un perro que dormitaba al sol. El músico francés está adornando con su propia sección de vientos su última canción, una de las últimas en realidad, Dancing shoes.
El artista francocordobés está cantando en la calleja de las Flores, uno de sus sitios favoritos de Córdoba de este músico políglota que se niega a cantar en español y que, tras un EP en clave íntima, ha vuelto a electrificar su sonido en su último trabajo, Cocktails & Dreams, un disco en el que se arroja al baile, los sintetizadores y la alegría que nos ha robado la pandemia.
Un disco que pide pista en un momento sin pistas de baile, con canciones redondas como la que canta en formato acústico para Los Indirectos de Cordópolis.
PREGUNTA. Vamos a empezar por el mismo nombre de tu último EP, Cocktails and Dreams. Intuyo que, pese a tener voz de güisquero, no le haces ascos al Sex on the beach. C'est Pas Possible?
RESPUESTA. Bueno, pues mira, el whisky no, pero soy un fan del Bloody Mary y del Ruso Blanco. Gracias por lo de voz de güisquero, me encanta.
P. Sigamos, ¿cuál es tu sueño recurrente?
R. Yo sueño bastante, y son siempre unas superproducciones a todo color con todo tipo de absurdos y con algunos cameos. Una vez soñé con Lolo Sáinz, Sylvester Stallone y Gene Hackman. De chico sí que tenía un sueño recurrente, abstracto y en blanco y negro. Había una gran esfera blanca y lisa, en un espacio muy amplio y diáfano, también blanco. La esfera rodaba, yo la veía desde atrás. Todo estaba en armonía, en silencio. Poco a poco iban apareciendo irregularidades en la esfera, estrías, cada vez más marcadas, la esfera se iba arrugando más y más, contraste de blanco y negro, el espacio se iba estrechando, en un embudo, todo cada vez más ruidoso, sonido radio mal sintonizada, la esfera ya era una mezcla de rallajos blancos y negros, oscilando a gran velocidad, ruido ensordecedor, espacio totalmente claustrofóbico y, cuando más caótico y estridente era todo, un gran flash y vuelta a la armonía inicial. Ese era mi sueño recurrente. Pero eso, de chico, ahora ya no recurro.
P. Se nota que no sueles volver al lugar del crimen. Por ejemplo, tu anterior EP era de corte intimista y salió cuando el mundo estaba de fiesta. Ahora has sacado un EP que pide bailar cuando el mundo está encerrado. ¿Te gusta ir a contracorriente?
R. Pues mira, no lo había pensado así. No sé si es por llevar la contraria o porque soy un poco lento en leer las tendencias... Supongo que un poco de las dos cosas. Lo que sí te digo es que no hay premeditación alguna en ninguno de los dos discos.
Donnier ha vuelto a confiar en el poder del EP en este nuevo trabajo. Hace dos años, cuando presentó el anterior, defendía el impacto de las cosas cortas. “A veces pienso que debería lanzar una canción y poner toda la energía en ella”, confesaba entonces.
Haya o no premeditación, el nuevo EP tiene toda la energía de su autor, que ha optado por hacer derroche en este trabajo: ha grabado guitarras y voces, y también ha juguetado con sintetizadores, pianos y producción. Salvando algunos coros y algún toque, ha agitado la coctelera casi en solitario.
P. En el EP hay una reminiscencia a algunos trabajos de Beck y luego, en otros pasajes, me suenas a Dominique A. En general, hay folk y rock con bases más bailables. ¿A quién tenías en tu cabeza cuando lo componías?
R. Sinceramente, yo no pienso mucho. No recuerdo a quién escuchaba en el momento de grabar y componer las canciones, pero alguna influencia tendrían. A Beck lo admiro, aunque hace tiempo que no lo escucho. A Dominique A lo he escuchado poco, pero sí que sigo a una gran número de artistas franceses, tanto clásicos como actuales.
P. ¿Desmitificamos entonces la idea del Donnier atormentado creando canciones?
R. No veo positivo el pensar la música. Al menos a mí no me funciona. Creo que hay que escuchar mucha música, proveerse de las herramientas técnicas necesarias. En un momento de aprendizaje inicial también es importante copiar, aprender a hacer lo que otros hacen. Adquirir recursos. Todo esto, con el objetivo final de disponer de las herramientas necesarias para poder expresarnos. Con voz propia. Hay que ser honesto con uno mismo y hacer lo que a uno le sale. Creo que a la primera persona a la que que satisfacer cuando se hace música, o cualquier tipo de arte, es a uno mismo, aunque sin caer en la autocomplacencia. Cuando uno busca “sonar como”, “gustar a” y piensa cómo hacer un tema de uno u otro estilo es fácil que el resultado suene plano, falso, sin alma. Porque uno está haciendo tantas cosas que no son suyas y que requieren tanta atención, que al final no quedan recursos en la CPU para darle gracia al asunto.
P. Vuelves a cantar en inglés y francés. Y, aunque yo ya te he escuchado cantar en español y me ha encantado, sigo queriendo que el público te escuche canturrear en español.
R. Pues no está la cosa a la vuelta de la esquina... jejeje. Lo que tú has escuchado, entre tú y yo queda. Cómo te he dicho antes, suelo ir lento con las tendencias. Cuando se ponga de moda cantar en inglés y francés, es probable que me dé por hacer algo en castellano.
P. Flamenco ya sabemos que no vas a cantar, aunque quiero estar seguro de que es porque tu padre no te deja.
R. Ni mi padre, ni nadie con sentido común me dejaría cantar flamenco si no es encerrado en un búnker a 10 metros bajo tierra. Hay que saber cantar para eso. Y yo no sé.
El padre es el flamencólogo Philippe Donnier, toda una eminencia en las enseñanzas de flamenco y el motivo por el cual el pequeño David se vino a vivir a Córdoba con nueve años. A pesar de arrimarse a su progenitor en los tablaos cordobeses, siempre le llamaron más otros sonidos, y más concretamente los de raíz anglosajona, de manera que a finales de la primera década del siglo XX puso en marcha el proyecto D Donnier & His Bones, una banda de culto en el panorama rockero cordobés.
P. En este disco has recuperado una cierta electricidad que recuerda a tu anterior banda. Sin embargo, ahora has descubierto que te lo puedes montar bien solo. ¿Lo de recuperar la banda lo dejamos en Stand By, sobre todo en pandemia, no?
R. Sí, sí. De momento en solitario. Es muy fácil moverse y se alcanza al público de manera diferente. Con el grupo era una gozada la fiesta que montábamos y ha sido la mejor experiencia musical que he tenido. Pero los cambios son necesarios. Yo ahora mismo estoy disfrutando mucho y aprendiendo mucho también. Antes éramos siete sobre el escenario y cualquier fallo se diluía fácilmente. Ahora estoy cogiendo muchas tablas pero si algo suena mal en un concierto, está claro quién ha sido.
P. Por cierto, tengo entendido que eres uno de los pocos artistas de Córdoba a los que la Policía le ha chapado un concierto en esta pandemia, ¿qué recuerdas de aquel día?
R. Era una tarde preciosa de diciembre, de esas que el clima mediterráneo continental de esta ciudad tiene a bien brindarnos de cuándo en cuándo. El concierto se programó a las 14:00 para respetar las restricciones del momento. La gente había reservado sus mesas y disfrutaba de un plato de arroz que ofrecimos mientras yo empezaba la actuación. Todo iba bien hasta que un vecino del edificio, no conforme con la actuación, decidió, en lugar de bajar a discurrir amigablemente el asunto con nosotros, llamar a la Policía Local. Y la llamó ¡y vino! Todo estaba conforme lo estipulado en cuanto a normas de seguridad Covid, número de mesas, aforo, etcétera. Pero al no haberse actualizado en Córdoba la normativa andaluza de 2018 que autoriza a los bares la realización de conciertos de pequeño formato, pues tuve que parar.
P. ¿Qué es lo mejor de todo lo que has vivido en el último año?
A nivel musical, sin duda la buena acogida del disco. Y todo el trabajo hecho por Borja Cámara (@camarapasadas) que es parte vital de tan buena acogida también. Entra por los ojos y por el oído y eso es una gran satisfacción.
P. En el primer tema hablas de segundas oportunidades y de las decisiones que tomamos. ¿Nos merecemos una segunda oportunidad como especie?
R. Los dinosaurios sí que se la merecen, tenían que ser espectaculares. Nosotros también somos espectaculares a nuestra manera, así que sí, nos mereceríamos una segunda oportunidad. Pero a esta aún le queda cuerda.
P. Acabar un disco con una frase como “No es tan difícil ser feliz” es toda una declaración de intenciones. Pero, abusamos de ti: danos unas claves para acabar esta entrevista felices.
R. Pues reduciendo y simplificando. Como las mates. Al final, todo es matemática.
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