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Cien corazones y una canción

María Arnal | TONI BLANCO

Juan Velasco

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La cantante María Arnal y el guitarrista Marcel Bagés llegaron a rondar este jueves a Córdoba, y debutaron con un concierto en el Patio Blanco de la Diputación. Un directo que fue la perfecta traslación de su estimulante propuesta musical, articulada en torno a la confrontación de cantes antiguos y formas contemporáneas, y sobre la que planea la expresividad de la voz de Arnal, un instrumento río en el que resulta fácil subirse, a pesar de que su propuesta esconde mucho más de lo que muestra a simple vista.

Su repertorio, con unas letras de marcado contenido político y reflexivo, se torna mucho más vivo en el directo, a lo que ayuda sin duda la frescura con la que la cantante se dirige al público, en contraposición con la actitud taciturna del guitarrista, que permanece en un plano distinto, parapetado detrás de sus cuerdas, sus pedales, sus cables y su música. Un ying y un yang que encaja a la perfección, puesto que no esconde quien lleva “la voz cantante”.

El hilo invisible que ha unido los designios de esta pareja de músicos tardíos -los dos comenzaron a estudiar música bien entrada la veintena- es casi una tela de araña con la que van atrapando adeptos. Así ha sido desde que se subieron a un escenario juntos, hace unos tres años, hasta que editaron el año pasado 45 cerebros y un corazón, un disco que les ha supuesto cuatro premios de la Música Independiente, una gira nacional e internacional, y una ventana a vivir de la música.

Todo ello, eso sí, impulsados por el éxito de Tú que vienes a rondarme, una canción superlativa, un hit de esos que surgen cada diez o quince años, y que es capaz de encapsular en su letra y en sus acordes todo un universo de emociones en el que cualquiera puede mirarse. Para quien esto firma, la mejor canción española de lo que llevamos de siglo. Para gran parte del público de ayer, la canción definitiva de una bella noche en el Patio Blanco, y el climax al que María Arnal y Marcel Bagés llegaron lenta pero inexorablemente.

Canción a canción, su repertorio -con una versión de Miénteme de Niño de Elche, incluida- fue electrificándose hasta estallar en temas como La gent o Canción total, cantando indistintamente en catalán y español, jugando con la voz y la resonancia de la guitarra, además de algunas pistas enlatadas. Por el camino dejó una expresiva versión de la canción que da título al disco, 45 cerebros y un corazón, escrita al calor del polvo de una zanja de La Pedraja, en Burgos, en la que se hallaron los restos de 104 personas, algunos de ellos en un faraónico estado de conservación.

Antes del debut cordobés de Arnal y Bagés, fueron las jóvenes bandas del concurso Música Preventiva las que llenaron de música el patio blanco de la diputación: Primero fueron McFly HH, una propuesta de hip hop a la vieja usanza, para dar paso al pop rock descarado de los Sun Orphans, y cerrar la velada con la descarga eléctrica de Ramen, un dúo de guitarra y batería que se bastan y se sobran para hacer temblar el escenario.

En el público, aproximadamente algo más de un centenar de personas. La mayoría esperando la última canción. Ésta llegó poco antes de la media noche. María y Marcel los rondaron y se fueron, dejando un buen sabor de boca y la sensación de que su propuesta tiene mucho margen para crecer.

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