La casa de Antonio Gala despide a su vigésima promoción de creadores y encara su tercera década
“¿Quién va a crear, los tristes?”. La pregunta la lanzaban al aire Miguel Sánchez Santamaría y Darius Bogdanowicz, pero la podría haber pronunciado perfectamente Antonio Gala, el impulsor de la fundación que ha permitido que estos dos jóvenes escritores hayan ultimado sus obras en Córdoba, como parte de la 20 promoción de creadores de la Fundación Antonio Gala, que se ha despedido este jueves.
Ha sido con un acto breve lleno de júbilo y humor, comandado por Sánchez Santamaría, un escritor madrileño, y Bogdanowicz, un autor belga. Los dos han leído al alimón una carta dirigida al escritor de El manuscrito carmesí (que no ha podido estar presente) en la que ha dibujado la experiencia de formar parte de esta escuela de creadores que lleva veinte años (se escribe pronto) importando talentos a Córdoba y exportando obras multipremiadas desde la calle Ambrosio de Morales.
La promoción de este año, por redonda y rotunda, sonaba a cambio de ciclo. Dos décadas dan para muchas historias. Las de este año las han vivido catorce artistas venidos de países como Venezuela, México o Bélgica, además de varios rincones de España. Apunten sus nombres, que alguno (o varios) llevará premio. Ahí van:
Alberto Montes Sánchez (Los Corrales, Sevilla), Laura Vinós Calero (Córdoba), Francisco Baena Torres (Priego de Córdoba, Córdoba), Diego Alonso Balazs Chiguan (Aguamarina, Perú), Juan Manuel Benítez Grima (Coria del Río, Sevilla) y Paloma Vianey Martínez Acosta (Ciudad Juárez, México) en artes plásticas y visuales; María Domínguez del Castillo (Sevilla), Darius Bogdanowicz (Lieja, Bélgica), Benito Herrera Sánchez (Campillos, Málaga), Marina Aparicio Arribas (Madrid), Lidia Sanjuán Marín (Zaragoza), Violeta Font (Huelva) y Miguel Sánchez Santamaría (Madrid), en literatura; y Jorge Díaz Palma (Los Teques, Venezuela), en música.
Catorce jóvenes promesas que han vivido y creado en Córdoba desde octubre. Unos meses que, según confesaba Sánchez Santamaría, eran algo más que tiempo: “Aquí el tiempo es diferente, plástico, maleable”, decía nada más arrancar el acto de despedida de la promoción el joven escritor.
Le hablaba a Antonio. Le contaba un rosario de anécdotas que serán la base de algo que está todavía modelándose. Son jóvenes y, como tal, no saben aún qué les deparará el futuro. Lo que sí parecen saber es quién ha dado cobijo a su presente. “Aquí hemos dejado el mejor pasado que podíamos haber imaginado. Gracias por abrirnos las puertas de tu casa, Antonio”, decían los improvisados conductores del acto al escritor ausente.
Al término del acto, le ha seguido la inauguración de la exposición 20, que reúne una selección de los trabajos creados por los seis artistas de esta vigésima promoción. Esta exposición permanecerá abierta al público hasta final del mes de julio. Mientras tanto, los patronos de la fundación ya trabajan en la selección de participantes de la promoción número 21, que llegarán en octubre.
Una nueva década. La tercera que arranca ya en una casa por la que han pasado, hasta el momento, un total de 288 jóvenes creadores, y que es una fábrica de premios literarios, pictóricos y musicales.
Una casa que es presente y pasado, y siempre proyección de futuro, y que está (casualidad o no) en el número 20 de la calle Ambrosio de Morales de Córdoba.
0