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Bocados de 'bebop' y muñeiras en Blanco Enea

José María González Blanco, en Blanco Enea | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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El chef José María abre un nuevo restaurante en el que suma los sabores de siempre con influencias de oriente

El bebop precedió a las muñeiras gaiteras en el hilo musical. Una suerte de reflejo acústico de lo que este restaurante es. A ver, hablamos de Blanco Enea, una nueva parada gastronómica que se inauguró anoche en Córdoba. Y no es un restaurante más por muchas razones. Para empezar, es una cocina del chef José María González Blanco, joven salido de los mismos fogones de Arzak o Ferrán Adriá, con los que se ha formado.

Además, el nuevo negocio se abre donde siempre ha estado la Casa de Galicia, en la calle San Pedro, 1. Pero los dos siguen ahí. Así que tenemos un restaurante que apuesta por una nueva cocina, afianzada y cimentada en la tradicional, con guiños a la región española que le da inmueble y cobijo. En fin, y en resumen: Blanco Enea abrió sus puertas ayer. Por su parte, la Casa de Galicia seguirá activa, como club privado en la última planta. Y en la banda sonora se tradujo todo: hubo jazz al principio y música de gaitas -en directo-, después. ¿Está claro?

Tal vez, leer la carta le ayude un poco más. La gama de entrantes se centra en el salmorejo -marca de la casa, en Córdoba- y sus guarniciones. Y ahí aparece el jazz: remolacha y queso de cabra; mojama y vermú; picada de salchichón de jabalí con miel y mostaza... Y con sus guiños galegos: pulpo a feira. Las ensaladas, las carnes, los pescados y hasta los postres, plantean juegos parecidos.

En enero, cambiará la carta. Y el juego. Pero seguirá el sincretismo. A José María le interesa mantener la oferta sencilla, de origen tradicional, mezclada con aromas de oriente. Como conjugar el cerdo con el jengibre. Para los vinos, elaborarán una carta a gusto de los comensales. “Queremos hacer catas a ciegas con nuestros mejores clientes y a partir de las decisiones que tomen, elaborar la nueva selección”, explica.

La oferta se completará en el futuro con talleres que formarán el gusto de los más inquietos: cócteles, tapas, aceites, vinos... Y poesía. Porque José María no es solo cocinero. Siempre ha estado muy imbricado en el panorama literario de los jóvenes poetas de su ciudad. Y las paredes del comedor de la primera planta se decoran con versos de autores muy cercanos a él, como Elena Medel.

Por tener, Blanco Enea tendrá hasta una guardería que acogerá a los hijos de los clientes mientras ellos dan buena cuenta de la carta. Rodeados, eso sí, del material que da nombre al restaurante y sentados en sillas de eso, de enea. Blancas. Por supuesto.

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