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Villaharta: un homenaje a los pozos públicos en plena Sierra Morena

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Alejandra Luque

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En plena Sierra Morena y a menos de 40 kilómetros de la capital encontramos el pueblo de Villaharta, un municipio con apenas 650 habitantes. Dividida en dos por el cruce de la Avenida de Andalucía, Villaharta destaca por sus calles de grandes pendientes, como la del Calvario o la calle Real, y por una tradición que aún continúa: el mantenimiento y cuidado de sus nueve pozos públicos.

Hasta la llegada del agua potable, las viviendas del municipio se abastecían de la que surtían los pozos. Algunos se encontraban en el interior de las casas pero otros muchos se construyeron aprovechando los ensanches de las calles. Sus nombres responden a las historias que sólo pueden respirarse en los pueblos. Para darles reconocimiento a estos pozos, un proyecto del Ayuntamiento de la localidad ha permitido señalizarlos con los nombres por los que son conocidos, como el de Modesta o de Manolita, denominados así por las mujeres que vivían junto a ellos.

Ya en la década de los 80, el Consistorio decidió reformar los pozos que se extienden a lo largo del municipio. Todos cuentan con un brocal y poleas para hacer posible su uso, que ha ido decreciendo con los años. Sin embargo, los vecinos de Villaharta sí siguen recogiendo agua de algunos de ellos, como el ubicado en la calle Guadalquivir y conocido como el pozo grande. Aunque el agua no es potable se destina al riego de las plantas y a la limpieza.

En la misma Avenida de Andalucía encontramos otros dos pozos: el de la fragua y el nuevo. La historia del primero responde a la existencia de una fragua cercana, mientras que los entresijos y la esencia del pozo nuevo lo hacen más especial. Se convirtió en el más usado ya que su agua sí era potable. Abastecía a Los Grifos a través de una galería subterránea construida por un arquitecto que trabajaba en la Central Térmica de Puente Nuevo, de ahí su nombre.

El pozo de El Pilar, ubicado también en la Avenida de Andalucía, recibe su nombre gracias a la fuente El Pilar. Este manantial servía como abrevadero para el ganado y aún hoy sirve para ello. Hay que recordar que Villaharta ha sido tierra de numerosas familias de arrieros que tenían animales para realizar su trabajo. El pozo las Emeterias debe su nombre a otra mujer, Emeteria, ya que estaba levantado dentro de una zona privada que correspondía a esta vecina.

En otro terreno privado se levantó también otro pozo situado en el Camino de Pedrique. Hablamos del pozo Cerrillo del Médico ya que se encontraba en una zona perteneciente al médico que ejercía en el pueblo. La ruta de los pozos finaliza con uno que entraña una historia realmente singular: el conocido como el pozo de la máquina después de que una persona tirara una máquina en su interior.

Gracias a este proyecto de señalización, la historia de los pozos de Villaharta ha traspasado los testimonios orales de sus vecinos y se ha convertido en un atractivo turístico, sumándose así a la ruta de las fuentes agrias que se reparten a lo largo del municipio.

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