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Del temor al papel en blanco a decirlo todo en tres versos

Panorámica del taller de haiku en el Palacio de Orive | TONI BLANCO

Carmen Reina

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Una veintena de alumnos aprende a escribir haikus en un taller de poesía japonesa en Cosmopoética 2014

Siempre se ha dicho que el mayor temor de un escritor es enfrentarse al papel en blanco. Si a eso unimos las reglas de la poesía y la obligación de tener que escribir todo lo que se quiere transmitir en tres versos y diecisiete sílabas, el temor se convierte en más que inquietud. O no. Porque cuando te enseñan, aprender a escribir esas mínimas expresiones que son los haikus resulta un juego de habilidad que engancha al escritor.

Engancha tanto, que el alumnado ha abarrotado la sala del Palacio de Orive donde la escritora Susana Benet imparte durante estos días el Taller de Haiku dentro del programa formativo de Cosmpoética 2014. “Un haiku es la sencillez desnuda de una sensación, la evocación de un recuerdo, una experiencia, un sentimiento”, explica Benet. Porque de eso se trata, de contar todo eso en tres versos.

“Las palabras tienen tendencia a pecar por exceso. Quien quiere decir mucho, nada dice”, abunda sobre la esencia del poema japonés que últimamente “están de moda y aparece por todas partes”, cuenta la autora. Así que la tarea está en “decir, con un mínimo de palabras, pero sobre todo, con las palabras más sencillas”.

Fotografías e imágenes pasan por la pantalla delante del alumno. Evocaciones de la naturaleza porque el haiku tiene en ella su principal temática. Y a ella se remiten, como niños, “como si no tuviéramos recuerdos, para mirar con espontaneidad, con asombro al mundo”. Y beber de ese mundo para captar un instante en la escritura de su primer haiku.

Los primeros haikus de quienes buscan en este modo de poesía japonesa un medio para poder expresar su interior, su inquietud. No es sencillo. Lo saben. No hay que buscar la rima. Las palabras deben ser mínimas. Hay que sugerir más que explicar. Y, sobre todo, no debe quedar dicho todo. O, de otro modo, queda todo por decir. Queda todo por escribir.

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