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Ni Muving ni Uber: la pandemia expulsa de Córdoba a las apps de movilidad alternativa

Imagen promocional de Muving.

Juan Velasco

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Córdoba se consolida como una ciudad reacia a las apps de movilidad alternativa. Tras convertirse, a mediados de octubre, en la primera ciudad española en la que la multinacional Uber suspendía su servicio, este martes la capital cordobesa se ha convertido en la segunda ciudad española en la que la startup de alquier de motos Muving ha dejado de funcionar, tras Zaragoza.

Si a eso le unimos que a Córdoba no han llegado servicios de alquiler de patinetes eléctricos, tan habituales en otras ciudades, y que, de los servicios de reparto a domicilio que se instalaron con el auge de Glovo, alguno de ellos está en servicios mínimos, tenemos un microcosmos urbano no demasiado interesado en los servicios y aplicaciones que han triunfado en las grandes ciudades españolas y europeas.

El fin de Muving, notificado este martes a sus clientes, es el último golpetazo a las apps de movilidad alternativa que se produce en Córdoba. Al igual que ocurrió con Uber, el motivo es meramente económico: la pandemia ha hecho que baje la demanda de motos de alquiler y la compañía, que se fusionó con la app Movo hace unos meses, se lleva sus vehículos a ciudades donde la demanda ha vuelto a niveles previos al golpe del coronavirus.

El aumento del teletrabajo, el descenso en la vida social y de la movilidad pueden ser las causas que explican la caída en desgracia tanto de Muving como de Uber, aunque la propia orografía de la ciudad también es parte de su fracaso: Córdoba es una urbe perfecta para pasear y para la bicicleta, con trayectos que, lejos de la prisa de ciudades más grandes y vertiginosas, rara vez superan la media hora a pie (o los 15 minutos en bici).

En el caso de Uber, que suspendió su actividad en octubre, sí que jugó un importante papel el cariño que los cordobeses le tenían al sector del taxi, que además ofrecía unos precios más competitivos que los de la multinacional norteamericana. Sus trabajadores, contratados a través de Ares Capital, acabaron todos en ERTE hasta que, el pasado mes de enero, terminó su relación contractual. La app retomó su actividad en ciudades como Sevilla o Málaga, donde se podían usar además las licencias de Vehículo de Alquiler con Conductor (VTC) que había activas en Córdoba.

Tras la suspensión del servicio de Uber, quedó activo en Córdoba su rama dedicada al reparto a domicilio, Uber Eats, que fue la última aplicación de delivery que llegó a Córdoba (en octubre de 2019). Un poco antes desembarcó Deliveroo, y ni la primera ni la segunda han conseguido imponerse a la competencia.

En este ámbito, ha sido Glovo la app que más ha crecido en Córdoba, junto con Just Eat. Espoleadas por la pandemia, estas apps de entrega a domicilio aglutinan la mayor parte de los 400 repartidores que se estima que trabajan en la capital, aunque con diferencias importantes: los de Glovo siguen operando en régimen de falsos autónomos, mientras que los de Just Eat están contratados por una empresa externa, Mission Box.

Aunque, si hay un gigante tecnológico que se ha integrado en Córdoba, ése es Amazon y su servicio de reparto de comercio y mercancías. La pandemia ha penalizado mucho al comercio de cercanía, lastrado por las restricciones sanitarias, lo cual ha llevado a muchos cordobeses a pedir sus productos a través de la multinacional, que no destaca precisamente por las buenas condiciones a los comercios que usan su Marketplace, ni por su política fiscal o el trato a sus empleados.

A pesar de todo esto, este mismo martes, el alcalde de Córdoba, José María Bellido, se vanagloriaba de la futura llegada de Amazon a Córdoba, asegurando hasta dos veces que el gigante norteamericano se iba a instalar en la ciudad en los próximos meses. Lo hacía en la Ribera, a unos metros de un puñado de motos amarillas que esperaban su turno para ser recogidas por los empleados de Muving, una startup andaluza que logró el milagro de penetrar en el mercado norteamericano, y también cerca de la zona de la Judería y los alrededores de la Mezquita, uno de los primeros espacios de la ciudad de donde desapareció el comercio de cercanía.

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