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El Guadalquivir, más caudaloso al final del verano que casi en el resto del año por los riegos extraordinarios

Cauce vivo del Guadalquivir a su paso por Córdoba

Alfonso Alba

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Desde hace una semana, el cauce del Guadalquivir ha crecido de manera notable a su paso por Córdoba. El río grande de Andalucía fluye con más caudal, incluso, que en la mayor parte del año (salvo en diciembre, cuando unas lluvias extraordinarias le hicieron crecer de manera notable). El motivo está en los riegos extraordinarios del final del verano.

El Guadalquivir funciona como un canal de riego natural. Muchos agricultores toman el agua directamente desde el cauce, aguas abajo. Otros se la distribuyen desde pequeñas presas de derivación hasta la provincia de Sevilla. La mayor parte de ellos son citricultores. Son los dueños de naranjos y limoneros que en el caso de no disponer de una aportación extraordinaria de agua más que suficiente a estas alturas del año pueden secarse y morir. Esos frutales tardan otros cinco años en volver a producir, una vez extraídos y replantados. Y esa es la clave que persiguen estos riegos extraordinarios del final del verano.

El río fluye desde el 20 de agosto a una media de entre 20 y 24 metros cúbicos por segundo en el aforo de Villafranca de Córdoba. En el azud de Casillas, por ejemplo, el río tiene una profundidad media de 30 centímetros. Sin desembalses, directamente el río deja de fluir, ya que no hay ni otros ríos ni afluentes que en estos momentos estén haciendo aportaciones extraordinarias. El caudal del Guadalquivir se mantiene gracias a la intervención de la mano humana, a las decisiones de los ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

Este verano, los agricultores con derechos de riego tienen una dotación máxima concedida para sus parcelas de 700 metros cúbicos por hectárea. Eso es como si les llovieran 60 litros. Puede parecer mucho, pero es una cantidad que está muy por debajo de los derechos históricos habituales. La propia Confederación señala que es un 90% menos que en un verano normal.

El regadío es el gran consumidor de agua en la cuenca del Guadalquivir. En años normales, los embalses que han ido acumulando agua durante el otoño, el invierno y la primavera abren sus compuertas durante todo el verano. Y esos son los riegos que logran que la agricultura en el Valle del Guadalquivir sea especialmente productiva, algo que no va a ocurrir este año por la sequía. Esos riegos extraordinarios se notan en el propio cauce del Guadalquivir, que aumenta de caudal.

Este año hidrológico, por ejemplo, el río ha llevado menos cauce que ahora entre octubre y mediados de diciembre, y entre mediados de enero y finales del mes de abril. Durante esas épocas, el río Guadalquivir prácticamente dejó de fluir a su paso por la ciudad de Córdoba, un lugar especialmente visible que es visitado a diario por miles de turistas.

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