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Dos sanitarias, a las 7:30 de la mañana, con la primera remesa de vacunas

Alfonso Alba

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El 27 de diciembre de 2020, al mediodía, Manuel Prieto, con camisa y corbata para la ocasión, se convertía en el primer cordobés en ser vacunado contra la Covid 19. Ese día comenzó una carrera de fondo, que casi un mes antes había empezado en Reino Unido, Israel o Estados Unidos: llegar lo antes posible a la inmunidad de rebaño y dejar atrás la pandemia. Medio año después, Córdoba se ha convertido en la primera provincia andaluza en haber vacunado con al menos una dosis a más de la mitad de su población diana (mayores de 16 años). La provincia, por tanto, ya solo está a 20 puntos de alcanzar su primer hito. Pero, ¿cómo es posible que en Córdoba se haya vacunado tan rápido y en otras zonas de España e incluso de Andalucía no se acelere tanto?

“Organización y un gran trabajo de los profesionales de la Atención Primaria”, unida a una distribución de los centros de vacunación “muy cercanos a los ciudadanos”. José Ángel Lázaro es el director de Cuidados de los distritos sanitarios de Córdoba y el Guadalquivir, y responsable de todo el proceso de vacunación. Lázaro resume de esta manera un proceso cronometrado al milímetro del que este periódico ha sido testigo. “Dosis que nos llega, dosis que se pone”, repite como una máxima que ha calado en todo el personal sanitario que hace que cada día sea posible vacunar a miles de cordobeses. “Dosis que nos llega, dosis que se pone”, recalcan, como un mantra.

Este miércoles, Córdoba superó el medio millón de dosis inyectadas. La provincia tiene una población que no llega a los 800.000 habitantes, lo que ejemplifica las dimensiones del esfuerzo de los sanitarios. 331.579 vecinos tienen ya al menos una dosis y 185.418 cordobeses están completamente inmunizados al haber recibido la pauta completa (el 28,1% de la población de más de 16 años). En España, la media de vacunados con una dosis de la población diana no llega al 46%. Solo Asturias, Galicia y Castilla y León han superado esta cifra.

A diferencia de otras provincias, Córdoba no tiene un gran centro de vacunación. En la capital, los equipos trabajan en centros cívicos asociados a su vez a centros de salud. Aquellos que tienen una población a vacunar mayor han comenzado a desdoblarse. Es el caso de que se haya habilitado un espacio en la planta baja del Ayuntamiento de Córdoba o de que se vaya a utilizar tan solo un espacio de Vista Alegre (nada de ocupar pistas deportivas). En la provincia, los antiguos AutoCovid se han convertido en puntos de vacunación. En otros casos, los ayuntamientos han dispuesto también de espacios municipales o de sus recintos feriales. Ésta, según Lázaro, es una de las claves: “Ponérselo fácil al ciudadano”. Que tengan que desplazarse “lo mínimo posible” para que todo el proceso sea “ágil”.

Es decir, “organización”. En Córdoba, destaca, a diferencia de otros lugares, se intenta trabajar “con días de antelación” para que las dosis que ya se sabe que van a llegar estén prácticamente adjudicadas para días después. La prueba está en el trabajo que a diario realiza Alfonsa Martín, responsable de la gestión de las vacunas en el Carlos Castilla del Pino. El trabajo diario de Martín (y prácticamente el de todo el organigrama del proceso) empieza el día de antes a que llegue una nueva remesa de vacunas a Córdoba. Cuando acaba la jornada de vacunación, a eso de las 22:00 de cada noche, los diferentes equipos han tenido que entregar ya sus neveras y toda la documentación. A esa hora se sabe ya cuántos viales han podido “sobrar” a causa de ciudadanos que o no han acudido a su cita o se les ha olvidado o han optado por retrasarla. Todos esos viales se disponen ya para el día siguiente.

Muy temprano, entre las 7:30 y las 8:00 de la mañana, los equipos de vacunación van llegando al Carlos Castilla del Pino. Martín va rellenando las neveras ultracongeladas con los viales asignados por equipo y punto de vacunación, según los ciudadanos previamente citados. Con buen humor (a pesar de la fatiga que arrastran unos sanitarios que no han parado desde hace más de un año), los diferentes equipos cargan las neveras y se desplazan a sus puntos de vacunación, que abren a las 9:00 de la mañana. A esa hora ya hay cola en la puerta. Muchos ciudadanos acuden mucho antes de su cita, lo que ralentiza el proceso. Rápidamente, los sanitarios comienzan con el proceso.

Mientras, en el Carlos Castilla del Pino ya se comienza a trabajar en el día siguiente. Por la mañana, escoltado por un coche de incógnito de la Policía Nacional, llega el camión congelador cargado de vacunas. Ha salido de madrugada de Granada y ha hecho una primera parada en Cabra, donde ha descargado las vacunas asignadas al Distrito Sanitario Sur. Después de Córdoba se dirigirá a Pozoblanco, donde hará su última parada. El conductor, escoltado por los agentes, descarga las vacunas. Antes, Alfonsa Martín ha comprobado y chequeado por todos los medios posibles (físicos y digitales) que el pedido se corresponde con lo avisado.

Este martes, cuando se elabora este reportaje, ha llegado el mayor cargamento de Pfizer hasta la fecha. El conductor descarga en el ultracongelador del Castilla del Pino un millar de viales (por cada vial, los sanitarios ya logran sacar siete dosis, el famoso culillo del consejero Jesús Aguirre). Antes incluso de que el conductor se despida con un “hasta mañana”, Alfonsa Martín y su asistente sanitaria ya están rellenando cajas con nombres y apellidos. Cada caja, especial también para garantizar que se mantiene el frío y que las vacunas estén en las mejores condiciones, tiene su nombre y sus apellidos. Unas van al centro cívico Fuensanta, otros a Poniente Norte... “La trazabilidad es fundamental”, explica, mientras anota todo el proceso en el ordenador y lo introduce en el sistema Diraya.

Es precisamente ahí, en el Diraya, donde todo lo fluye. En tiempo real, los responsables de la vacunación saben exactamente qué es lo que está pasando, a dónde están llegando más dosis, qué tipo de vacunas son y cómo están evolucionando las citas a los ciudadanos.

“Al principio, cuando avanzábamos tan rápido pensábamos en que se trataba de una cuestión de edad”, reflexiona Lázaro, preguntado por cómo Córdoba ha logrado acelerar tanto. La zona norte de la provincia, por ejemplo, es la más envejecida de toda Andalucía. La prioridad fue inmunizar lo antes posible a los mayores de 80 años, primero, después a los de 70, luego a los de 60 y ahora el esfuerzo está en los de más de 50 e incluso entrando en el grupo de edad inferior. Se inmunizó muy rápido a la población mayor, pero el ritmo siguió, por lo que la clave del éxito tiene que estar en otra cosa.

“La organización”, insiste Lázaro, desde su despacho en el Castilla del Pino, repleto de calendarios elaborados con Excel, donde se detalla con colores el ritmo de vacunación de cada uno de los equipos que hay repartidos por la ciudad. De hecho, con las previsiones a más días, el propio Lázaro ya tiene preparado un nuevo Excel en el que detalla que hay ya varios equipos que tendrán que duplicar el número de dosis a administrar.

Esa organización es una especie de puzzle que hay que completar cada día, en la que se intentan optimizar todos los esfuerzos para que la vacunación vaya lo más rápido posible. Muchas de las decisiones, de hecho, se toman en poco tiempo para acelerarlo todo. Un ejemplo: no hay cuatro vacunas diferentes en cada punto de la ciudad. El del Ayuntamiento ha comenzado a vacunar con Moderna. Cada vacuna tiene sus propias características y el objetivo es que cada equipo trabaje con una sola de esas características. Moderna, por ejemplo, tiene unas condiciones de congelación superiores al resto.

Además, este fin de semana se completa la vacunación masiva a los profesores que recibieron la primera dosis de AstraZeneca en el Puente de Andalucía, una vez resueltas las dudas de todos los consejeros europeos y nacionales que obligaron a interrumpir la admisión de estas dosis. Entre el sábado y el domingo se han citado a 6.100 profesores de Córdoba capital en Vista Alegre. La gran mayoría ha optado por una segunda dosis de AstraZeneca, aunque también se les ha preguntado a los que desean Pfizer. Todos esos datos ya los tiene en su poder el Distrito Sanitario para lograr el objetivo final: “que dosis que llega, dosis que se pone”.

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