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TURISTIFICACIÓN
“Ciudades insípidas”: el estudio que sitúa a Córdoba como la capital andaluza menos turistificada

Colas de turistas para entrar al Alcázar

Juan Velasco

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Córdoba es la capital andaluza que, de manera más leve aunque significativa, sufre las consecuencias del proceso de turistificación que afecta a los grandes núcleos urbanos de Andalucía y España y que está afectando especialmente a las localidades patrimoniales. Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga y Córdoba tienen en común un pasado ligado a la historia y una economía basada en el turismo. Todas ellas, además, han sido objeto del estudio multidisciplinar Turismo, desarrollo urbano y crisis en las grandes ciudades andaluzas, publicado por la editorial Comares, y coordinado por el geógrafo Ibán Díaz y la arquitecta María Barrero.

Un estudio que advierte de que no hay ciudades inmunes al nuevo paradigma turístico, basado en la proliferación de las viviendas turísticas, el dominio de la restauración en los centros históricos y en la implantación de un escenario de características propias, y que ha enterrado las clasificaciones de toda la vida que sólo distinguían entre tres tipos de turistas: cultural, playero y rural. 

El estudio analiza especialmente los impactos relacionados con la intensificación turística en estas ciudades andaluzas y cómo ello se relaciona con el papel de la planificación en un contexto marcado por la pandemia y con los modelos de distribución de las viviendas con fines turísticos (VFT), es decir pisos y casas que han dejado de ser residenciales para entrar en el mercado del alquiler vacacional.

“El dato más llamativo es el menor peso de la VFT en Córdoba”

Tomando este último indicador, que mide la presión turística especialmente en los centros históricos, la ciudad de Córdoba aparece como la capital andaluza con menor concentración de viviendas turísticas en su casco histórico. Concretamente, mientras en ciudades como Sevilla o Málaga, el porcentaje de la centralización de la vivienda en el centro histórico supera el 20%, en Córdoba no llega al 5%.

Es decir, sólo el 5% del parque de viviendas del casco histórico está dedicado a viviendas con fines turísticos. En este ámbito cabe resaltar que el estudio ha usado el censo de población y vivienda de 2011 y lo ha cruzado con datos actualizados de 2021, de manera que la foto que da este estudio, aunque es muy parecida a la actual (el casco y el centro de Córdoba no han cambiado demasiado en la última década), no es 100% exacto.

No obstante, este estudio va en la línea de otros similares (incluidos los análisis periódicos que hace Cordópolis) a la hora de identificar el casco histórico como el lugar donde se ubican la mayoría (61,91%) de las casas o pisos turísticos. Es, también, la zona donde están el 75% de los establecimientos hoteleros, según este estudio.

“Quizás el dato más llamativo es el menor peso de la VFT en Córdoba a pesar del tamaño de la ciudad, la importancia de su centro histórico y la existencia de patrimonio monumental de primer orden”, llegan a plantear los autores de Turismo, desarrollo urbano y crisis en las grandes ciudades andaluzas.

Otro dato que avala esta tesis es que Córdoba fue la ciudad andaluza de entre las analizadas donde menos creció el número de viviendas turísticas desde la pandemia. Concretamente, entre octubre de 2020 y enero de 2022, creció un 6,7%, lejos de las subidas que experimentaron Cádiz (21,6%) y Sevilla (14,6%).

El centro: dos décadas perdiendo población

¿Ha impactado esto igualmente en los centros de las ciudades como Córdoba? Evidentemente, el estudio apunta que “la especialización turística ha sido tan intensa durante el segundo decenio del siglo XXI que se ha traducido en dependencia casi absoluta”, con un buen número de planes que buscaban reactivar la economía turística, “incluso sin conocer cuál sería el escenario a corto plazo”. “La pandemia ha evidenciado que la clase política y la patronal local no son capaces de imaginar otra forma de sustentar las economías urbanas más que en la explotación del patrimonio cultural y recursos paisajísticos”, señalan los autores.

No obstante, los datos señalan también que, de forma general, hay cierto consenso en que los centros de Córdoba y Cádiz “han tenido menos éxito atrayendo población de cualquier tipo”, aunque “más o menos conseguirían frenar su declive demográfico en la primera década del siglo XXI”. En el caso de Córdoba, gracias a que la zona de la Ribera sí ganó población a inicios de siglo. No obstante, la capital cordobesa perdió en estos 20 años, 793 vecinos en la primera década del siglo XXI y 1.976 en la segunda.

En esas dos décadas, la investigación detecta que en Córdoba “la ordenación urbanística y del patrimonio tiene en general una relación estrecha con la cuestión del turismo cultural”. “En el caso de Córdoba, en las dos últimas décadas se ha buscado también la expansión del enclave turístico de la Judería-Mezquita a las áreas colindantes, en especial hacia las murallas y al paseo del río, a través de la restauración y puesta en valor del Puente Romano, la Torre de la Calahorra y los Molinos árabes, así como la reurbanización del propio paseo. La declaración de los patios como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad también ha contribuido a una mayor afluencia en el barrio de San Basilio, en la falda del Alcázar”, explican el geógrafo Ibán Díaz y la arquitecta María Barrero.

Estos concluyen que la creación de ciudades monumentales y visitables “ha de entenderse como un proceso político y estratégico de patrimonialización”. “La política urbana entiende estas ciudades como urbes rentistas, tanto en cuanto a la relevancia de la explotación inmobiliario-financiera, como de la renta turística generada por sus particularidades culturales”, sostiene el estudio, que advierte de que, de algún modo, todas las urbes analizadas se están convirtiendo, en mayor o menor medida, “ciudades insípidas”.

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