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El campo dice basta: cuando arrancar el tractor o enfriar la leche puede arruinar a los productores

Tractorada de agricultores en Lucena de hace dos años

Alfonso Alba

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Arrancar un tractor es hoy un 73% más caro que hace un año por el precio del gasóleo. Encender el frigorífico de una vaquería del norte de la provincia de Córdoba para enfriar la leche, activar el regadío de una finca o poner en marcha una almazara para producir aceite de oliva es seis veces más caro que hace un año. La situación que atraviesa el campo español, y cordobés, es, a estas alturas, “más insostenible aún” que en febrero de 2020, justo antes de la pandemia, cuando miles de agricultores y ganaderos se echaron a las carreteras a protestar contra un sistema de precios que les estaba arruinando y que les estaba obligando a cerrar miles de explotaciones. Y como el efecto mariposa, cada vez que un agricultor o un ganadero dejan de serlo, la España rural se vacía un poco más.

El campo ha dicho basta. Las tres organizaciones agrarias de productores (Asaja, Coag y UPA) han anunciado que retoman las protestas que interrumpieron con el estallido de la pandemia. De momento, no se ha fijado un calendario, pero sí que se trabaja en varios escenarios muy parecidos a los del principio de 2020: tractoradas en todas las provincias de España y una gran manifestación en Madrid. La protesta en la capital sería siempre después de las navidades. El objetivo es, plantean, seguir trabajando, produciendo, no desabastecer al mercado y tener siempre a los consumidores como aliados, como ocurrió en 2020.

El sector, insisten las tres organizaciones agrarias, está hoy peor que entonces. Todos los costes de producción, tanto de la agricultura como de la ganadería, se han incrementado de manera notable en los últimos meses. De todos, la que más está sufriendo es la ganadería. Los piensos para el ganado se han encarecido cerca de un 30% en el último año, sostienen los productores. Los animales tienen que comer todos los días, y tienen que tener unas condiciones mínimas de confort. La inmensa mayoría de las granjas, salvo las extensivas, dependen de la electricidad para el ordeño, la limpieza, la climatización y hasta la alimentación.

En el campo, los agricultores lo tienen este año más difícil que nunca. El coste de las semillas es un 20% más caro, el de los abonos ha subido en un 48% y el gasto en agua ha aumentado un 33%. En la cuenca del Guadalquivir, además, es probable que en esta campaña no haya agua. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) ha declarado la situación de sequía y ha ordenado el cierre de los embalses. Si no llueve de manera abundante, muchos cultivos de regadío serán en esta campaña de secano, con la consecuente disminución de la producción y la viabilidad de muchas explotaciones. Incluso es más caro producir en invernadero. El coste de los plásticos que se usan en estos cultivos también han aumentado en un 46%.

Pero los productores se quejan de que el aumento de los precios que están pagando los consumidores no acaba de notarse en lo que ellos perciben del mercado. Al contrario, sostienen que los precios que se pagan en el campo y en la ganadería son prácticamente los mismos que hace un año, con unos costes de producción disparados y encima con unos consumidores que cada vez se tienen que gastar más dinero en los supermercados.

El riesgo de desabastecimiento no existe, insisten. Ni ahora ni en navidades. Ni en un futuro próximo. No obstante, denuncian que la falta de perspectivas lleva a que día a día sean decenas los productores que lo dejan. Y eso a la larga es lo que podría provocar que un país como España tuviese dificultades para producir sus propios alimentos.

Las organizaciones agrarias reclaman un apoyo firme por parte de las administraciones, a todos los niveles. Piden reunirse “de urgencia” con el ministro de Agricultura Luis Planas y que se articulen medidas fiscales, económicas y políticas para proteger la producción de alimentos en España, una actividad cuyo futuro, aseguran, está en peligro por la escasa e incluso nula rentabilidad que obtienen los productores.

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