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Los vaivenes de los precios ponen en alerta al campo cordobés

Flores de algodón

Alfonso Alba

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Los agricultores ya no miran solo al cielo. Muchos entran casi a cada hora a las principales páginas web de cotización de productos agrarios del mundo. La crisis de materiales, precios y hasta energética del principio del otoño del 2021 está provocando un constante sube y baja en el mercado agrícola que lleva de cabeza a los productores, a los que de verdad están pegados al terreno y se manchan las manos de barro.

El mejor ejemplo está en el inicio de las campañas agrícolas. Octubre marca el inicio de dos, especialmente importantes en Córdoba, el algodón y la aceituna de mesa. Los productores algodoneros de la provincia de Córdoba están viendo cómo la cotización internacional de esta materia prima clave para la ropa ha alcanzado su cotización más alta en la década. Mientras, los olivareros que arrancan la campaña de verdeo comprueban cómo la aceituna de mesa se paga a un precio muy inferior a lo que cuesta recogerla. Por su parte, los citricultores cordobeses confían en una buena campaña de la naranja, pero ya empiezan a ver un futuro oscuro a causa de la sequía.

El mayor drama actual está en el verdeo. La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) considera inexplicable lo que está pasando con la aceituna de mesa. “A pocos días de iniciada la campaña de recogida los agricultores ven como se desploman los precios sin causa justificada, porque no hay excedentes de campañas anteriores, ni tampoco la cosecha se espera grande por la sequía y otras adversidades climáticas”, detalla su secretario general, Miguel Cobos. “Los gastos generados para producir un kilo de aceituna de verdeo hojiblanca se sitúan en 0,75 euros, mientras que la industria paga al agricultor por ese kilo 0,55 euros o menos. Por tanto lo que van a percibir por su aceituna de mesa no llega a cubrir ni los costes de producción, y ante esas pérdidas que arrastran estos se plantean si recoger la aceituna para verdeo o dejarla para aceite”, explica.

El algodón fue un cultivo muy importante en la provincia de Córdoba hasta los años noventa. Ahora lo sigue siendo, aunque mucho menos generalizado y social. Pero su producción sigue siendo importante. Según Asaja, aunque aún la provincia no se encuentra en plena campaña, está comenzando progresivamente la cosecha en las principales zonas productoras de la provincia como son la Campiña Sur (Santaella y Puente Genil), el Alto Guadalquivir (Villafranca y El Carpio) y la Vega del Guadalquivir (Hornachuelos, Palma del Río y Posadas).

En estas zonas, se está duplicando y casi triplicando la producción con respecto al año pasado. En 2020, el algodón cordobés sufrió una crisis de producción a causa de las plagas, que dejó producciones de 1.500 kilos por hectárea. Ahora están en 3.500-4.000 kilos por hectárea. Pero las mejores perspectivas son las de los precios. En dos semanas las cotizaciones han subido un 22%. Y la previsión es que lo sigan haciendo. La parte negativa es que un aumento de los precios del algodón disparará los de la ropa.

Mientras tanto, los citricultores esperan también esperan un aumento de los precios en una campaña que se augura buena. Pero se tientan la ropa. Los agricultores comienzan a estimar que los costes de producción van a subir. Este viernes, Fertiberia anunció que suspendía la producción de su planta por los costes del gas natural. Es decir, el abono subirá. También lo ha hecho la luz y, por tanto, el regadío. Pero lo peor ocurrirá si en otoño, como está ocurriendo, no llueve. El 1 de noviembre se activará el decreto de sequía y es probable que los citricultores se enfrenten a una falta de agua que puede acabar poniendo en riesgo incluso sus cultivos. En su caso, las previsiones pueden ser pan para hoy y hambre para mañana.

Para acabar con estos vaivenes de precios, desde UPA su secretario general pide “que se cumpla la Ley de Cadena Alimentaria, que existan contratos, que el precio que se le paga al agricultor este por encima de los costes de producción y que la Agencia de Información y Control Agroalimentario (AICA), junto con la Dirección General de Consumo/Comercio de la Junta de Andalucía controlen el cumplimiento de la misma con un riguroso plan de inspecciones y con sanciones contundentes, públicas y ejemplarizantes”. Además, urge a seguir trabajando para que los agricultores se unan en cooperativas y sean capaces de transformar, distribuir y comercializar sus producciones, “de forma que puedan quedarse con el valor añadido generado”.

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