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El cambio climático puede reducir un 40% el rendimiento de variedades de olivar en Córdoba

Un olivo con aceitunas.

“Aunque el olivo se considera una de las especies más adecuadas y me|or adaptadas al clima mediterráneo, el aumento del calentamiento, la sequía y otros fenómenos meteorológicos extremos como los olas de calor pueden tener efectos en la ecología y la fisiología del cultivo del olivo. Estos fenómenos asociados al cambio climótico podrían tener un impacto significativo en la distribución de las variedades de aceituna, así como en su crecimiento y productividad. Por todo ello, puede ser considerado el principal riesgo para los sistemas de cultivo actuales”.

Así pone el foco en el cambio climático y sus consecuencias para el olivar un informe elaborado por la organización agraria COAG -al que ha tenido acceso este periódico-, que advierte que el alza de temperaturas puede reducir hasta un 40% el rendimiento de variedades de olivar en Córdoba, como la de la aceituna picual.

Este primer gran estudio divulgativo en torno a la evolución del clima y sus impactos en los olivares -además de en otros cultivos como viñedos, campos de cereal y dehesas-, bajo el título Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura española”, señala que en la provincia de Córdoba el calentamiento podría repercutir en un 41,7% menos de rendimiento de la variedad picual de olivar en secano; hasta un 26.8% menos en olivar de riego deficitario y un 20% menos en el de riego intensivo.

Reducción del 80% de la superficie apta para hojiblanca y manzanilla

Una subida media de las temperaturas de 2º C hasta 2050 incrementaría de forma exponencial el importe de la “factura climática” para este cultivo. “En el caso del olivar, el cambio climático reduciría un 80% la superficie apta para el cultivo del olivar en Andalucía en variedades de secano como hojiblanca y manzanilla”. Y alerta sobre que “únicamente la variedad picual podría mantener los rendimientos en secano en las zonas interiores de cultivo, aunque en un escenario de subida de 2,5ºC, el aumento de temperaturas reduciría los rendimientos en todas las zonas productoras”. Esa reducción sería del ya citado -41% en la provincia de Córdoba, situándose en -83% en Sevilla, -72% en Cádiz,  -16% en Jaén y -5,7% en Granada.

El informe de COAG -elaborado por el Departamento de Riesgos Agrarios- afirma que, en general, el calentamiento global se traduciría en un aumento de la evapotranspiración y en un descenso de las precipitaciones, lo que contribuiría a un aumento del déficit hídrico, especialmente durante el verano, hasta valores que podrían superar los límites tolerados por los olivos. Esto sólo sería parcialmente compensado por los efectos positivos del incremento de la concentración de CO2.

Aumento de pedriscos o lluvias intensas

El cambio climático puede manifestarse también en forma de un aumento del número e intensidad de pedriscos o de lluvias intensas. Estas últimas podrían incrementar la erosión en los suelos de olivar, un cultivo especialmente vulnerable a este proceso debido a su distribución en zonas con altas pendientes.

En cuanto a la calidad, el aumento de las temperaturas podría acelerar ciclos y obligar a realizar cosechas tempranas, aunque con niveles de madurez más bajos que los actuales. Un estrés hídrico moderado podría tener un efecto beneficioso en la calidad del aceite, aunque si se superasen ciertos niveles, se podría producir una disminución del contenido en ácido oleico y aromas, y un aumento excesivo del amargor, además de reducir el tamaño del fruto y su contenido en aceite, detalla el informe.

Por último, el calentamiento del clima también podría aumentar el área de distribución de la mosca del olivo y de algunas subespecies de Xylella hacia el norte, aunque al mismo tiempo podrían disminuir los daños en las zonas más cálidas donde los veranos son más calurosos. No obstante, al suavizarse las temperaturas invernales en estas zonas, podrían aumentar los ataques de otros insectos como los de algunas especies de polilla del olivo.

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