Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Good bye, Elon!
Elon Musk, el hombre más rico del mundo, dijo que compró Twitter porque su hija era trans y comunista, lo que le provocó su distanciamiento. El señor de las naves espaciales decidió gastarse más de 40.000 millones de euros en destruir lo que consideraba que había provocado que su hija no le quisiera: la ideología woke. Musk usó su fortuna para ganar la batalla cultural. Enhorabuena. Lo ha conseguido. No obstante, su hija sigue repudiándolo.
Musk ha reconocido que ha manipulado los algoritmos para que los usuarios de X vean lo que él quiere que vean. Esto es: conspiraciones, negacionismos, ideología de ultra derecha, bitcoins y naves espaciales. Por supuesto que viraliza contenidos de izquierda, pero solo aquellos más radicales, los más agresivos y que acaban confrontando con los buenos. Esto es, con los que han votado a Trump.
X, antes Twitter, es una empresa privada que manipula sus algoritmos según los intereses de su dueño, que además es el hombre más rico del mundo y que va a tener un cargo muy importante en el gobierno de Donald Trump, un presidente reelegido a pesar de tener condenas, de ser investigado por 30 cargos, algunos tan graves como los de organizar un golpe de estado. Es, en esencia, un peligro para la democracia y para la convivencia. Y es algo que está pasando delante de nuestros ojos.
No solo sin moderación ni control, sino de manera intencionada, X está incendiando la convivencia y oscureciendo a los discursos más centrados, obviando el consenso, penalizando el buen rollo. Uno entra en esta red social y cuando mira por la ventana espera que haya barricadas, disturbios, incendios, saqueos.
Desde su nacimiento, Twitter ha jugado un papel importante que comenzó a torcerse cuando el mal supo interpretar cómo funcionaban algunos algoritmos. Su creador, Jack Dorsey, trabajó en paralelo en una herramienta más sana, en unos algoritmos transparentes que jamás pudieran ser controlados por un Elon Musk de la vida que llegase y comprase la empresa, como acabó pasando. De ahí nació Blue Sky, una nueva red social a la que está emigrando una legión de antiguos tuiteros, donde, parece, de nuevo comienzan a tomar el control de sus feeds.
Es una nueva experiencia. Si pueden, entren. Es como la sensación de abandonar las trincheras de la Primera Guerra Mundial y regresar a un pueblo verde de los Pirineos donde la vida se ve de otra manera. Y donde se puede respirar.
Esta semana, The Guardian y La Vanguardia han anunciado que ya no van a publicar más contenido en X. No sé si hacerlo así de golpe, a las bravas, es lo adecuado. Sigo teniendo mis dudas y estoy expectante. Aún están en X todas las instituciones, todos los servicios públicos y de emergencias. Aún dispone de una enorme capacidad de influencia y es un gran recurso de información.
Pero está claro que quizás el camino es hacerlo poco a poco, ir saliendo y creando nuevos espacios más sanos, más seguros y, sobre todo, menos manipulados por quien tiene un interés descarado en envenenar la convivencia para ganar más dinero, como si tuviera poco.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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