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Mujeres, las grandes desconocidas del mundo rural

Una de las mujeres que han participado en el proyecto.

María Berral

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Octubre. Mes de la celebración de la Mujer en el Mundo Rural. Si buscamos información sobre las mujeres que habitaban los pequeños municipios de la provincia, encontraremos documentos sin perspectiva de género, en los que las mujeres están en un segundo plano. Este es el ejemplo de Carcabuey, donde según ha explicado su técnica de Igualdad, Gloria Lizano, al querer conocer la vida de sus vecinos y vecinas. “al indagar los libros que se habían escrito, eran pocas las mujeres que se mencionaban”.

Ahora, Asunción Cruz, Montse Cabezuelo, Mari Moreno, Carmen Benítez o Inés Rodríguez Marín, son algunos de los nombres de las vecinas de Carcabuey que ya no quedarán en el olvido del municipio de apenas 2.400 habitantes.

Todas ellas tienen algo en común además de esto, y es que son pertenecientes al municipio de Carcabuey. Por ello, están siendo homenajeadas por su pueblo, por su trabajo, en ocasiones desde la niñez, en el desarrollo rural. “Las mujeres de nuestra vida, por una historia real de Carcabuey”, es un proyecto con el que la localidad quiere reconocer el trabajo del colectivo femenino, para “dar visibilidad a lo que hicieron y hacen”. 

Para ello decidieron ir a conocer “puerta por puerta” a las vecinas de su pueblo. “Primero pensaban siempre que iba por la ley de dependencia” explica Lizano, quien destaca que “no sabían que era la mujer rural, ni la igualdad, no sabía de qué les hablaba”. Finalmente eran las propias mujeres las que les iban indicando a casa de quién ir, “luego me acompañaban o me decían tienes que ir a ver a esta”. El objetivo detrás de cada puerta que se abría era “que me contaran su vida, que momento vivían, cómo vivió su familia y qué sueños tenía” pero “la mayoría ni siquiera pensaban en el futuro, solo en trabajar”.

15 mujeres, 15 vidas

Cuando empezaron a investigar sobre la historia de la localidad, comprobaron que “había mujeres los años 40 que empezaron a ir a la Universidad de Granada”, indagaron también sobre “la primera licenciada y la primera política desde la democracia”. Desde siempre las mujeres alcobitenses han sido relevantes en la historia de su pueblo, pero no siempre se ha recordado.

Para ello, Lizano comenzó el proyecto “Las mujeres de nuestra vida, por una historia real de Carcabuey”, que tiene como objetivo “escribir la historia de Carcabuey, a partir de ahora qué mujeres han participado en la historia del pueblo”. Dar visibilidad a aquellas “que han construido la historia”, ya que son, relata, “las que se han quedado solas porque sus maridos han emigrado, el sustento de la familia, se han quedado viudas y han salido adelante”, pero que por ser mujer “en un entorno rural, tienen más discriminación”.

“La vida siempre ha sido trabajar, se pasan muchas fatigas... la vida de antes”, “Íbamos a trabajar de noche, hasta las dos de la tarde”; “Pasamos más fatigas que un caracol”; “Ya no hay que fregar la olla con arena, ni preparar la leña para cocinar en la candela”. “En aquellos tiempos no se pensaba en el futuro, se estaba a toda hora trabajando”. “Mi madre me parió sola y yo, parí con mi vecina, allí ni la partera había”. Son partes de algunas de las historias de las 15 mujeres homenajeadas por el municipio. Cada una de ellas contará con un cartel con una fotografía suya y parte del relato de su vida.

Sin embargo, según ha aclarado la trabajadora, se continuará con todas las mujeres del pueblo para “crear un solo archivo que quede guardado y donde se reflejen todas las mujeres”. Para lo que ya ha hablado con el cronista y otras dos personas que han escrito sobre la historia de la localidad, y que lo harán “con perspectiva de género”.

Historias sorprendentes

Entre tantas historias, Lizano destaca dos de ellas, de las más veteranas pero que son “dos extremos”. La más veterana, de 93 años, “era muy pobre”, de pequeña “iba descalza por la calle”. Pobreza a tal nivel que “tenia que comer desde la basura”, ahora, explica “lleva una vida muy humilde”. Al otro lado, otra señora que tuvo la suerte de poder acceder a educación, “no es para tirar cohetes por la época, pero pudo ir al colegio, tenia ropa y pudo ganarse la vida y dedicarse a su profesión”.

Con unos años menos, se ha encontrado con dos casos de jóvenes “una de 19 y otra de 25”, que también son polos opuestos. “La de 25 sabe a qué quiere dedicarse, tiene claro que quiere ser ganadera y está estudiando para ello”; en cambio, “la otra quiere trabajar pero no tiene el objetivo y le da igual irse del pueblo”.

Diferentes edades, diferentes vidas y diferentes historias, que tienen un punto en común, todas están haciendo y han hecho historia en su municipio.

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