Manos atadas, orificios de proyectil y fracturas: exhuman ocho cuerpos de represaliados en Cabra
El pasado 17 de agosto se iniciaron los trabajos de exhumación de las fosas comunes de represaliados del golpe de 1936 y la Guerra Civil en el cementerio de Cabra. Dos semanas después, las tareas han concluido y se ha constatado finalmente el hallazgo de los cuerpos de ocho personas, enterradas en dos fosas en el camposanto egabrense, con signos evidentes de ser represaliados.
Manos atadas, fracturas y orificios de entrada y salida de proyectil son algunos de las señales que muestran los restos hallados en dos fosas distintas del camposanto egabrense, hasta donde fueron a parar represaliados por las autoridades franquistas de Cabra y su comarca, según explica la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica Aremehisa, promotora de las exhumaciones, con la colaboración del Ayuntamiento de Cabra.
Seis de los cuerpos han sido hallados en la fosa de mayor tamaño del cementerio, mientras que otros dos han sido exhumados de la fosa menor. Todos los cuerpos han sido ya exhumados y se les ha realizado un estudio antropológico. Tras ello, actualmente se desarrolla la fase de extracción de muestras de ADN, tanto a los restos exhumados como a los familiares de las personas represaliadas, para su identificación, apunta a Cordópolis el portavoz de Aremehisa, Rafael Espino.
En las tareas llevadas a cabo en el cementerio, no se han encontrado proyectiles en las fosas ni en los cuerpos, si bien la tapia del camposanto aún conserva los impactos de proyectil de los fusilamientos que se hicieron allí. Entre ellos, destaca el del primer alcalde republicano de Lucena, Javier Tubío Aranda, que fue arrestado y sacado en un camión de su pueblo junto a otros represaliados, y a la llegada a Cabra fue bajado a la altura de la tapia del cementerio y fusilado allí mismo.
Javier Tubío Aranda fue el primer alcalde de Lucena (Córdoba) en la II República, estuvo al frente del ayuntamiento de esta localidad en 1931 y con otros cargos políticos posteriores, tras el golpe de estado de 1936 fue apresado, el día 31 de julio de ese año. Conducido por la guardia civil a la cárcel de El Coso, donde estuvo casi dos meses, a finales de septiembre inició su último viaje, junto a otros arrestados. “Todos ellos, junto con otros presos, salieron de Lucena el 29 de septiembre rumbo a Córdoba. El camión que los transportaba se detuvo a la altura del cementerio de Cabra. Para Javier Tubío el trayecto había llegado a su fin: fue obligado a apearse y allí mismo lo fusilaron” (‘República, guerra y represión. Lucena 1931-1939’, Arcángel Bedmar). Ahora, 85 años después, se han llevado a cabo los trabajos de localización y exhumación de las fosas donde se cree que yacen los restos del primer alcalde republicano de Lucena, junto a la tapia del cementerio donde lo fusilaron. Él es una de las personas que se busca identificar ahora en los restos hallados.
Los trabajos persiguen así identificar los cuerpos hallados y que sus familiares puedan darle una sepultura digna, después de permanecer más de 85 años como cadáveres amontonados unos sobre otros en las fosas.
Entre 60 y 65 represaliados en Cabra
Antes de emprender los trabajos de exhumación, no se sabía a ciencia cierta el número de cuerpos que yacían en las fosas. Sí se sabe que en todo el término municipal de Cabra fueron entre 60 y 65 las personas represaliadas, como también se conoce que además de las fosas del cementerio hay otras dos fosas: una en la carretera que une Cabra con Monturque y otra junto al río Cabra en el límite con esta otra localidad cordobesa.
“Esta zona hubo muchos traslados de presos que luego fueron asesinados”, relata Espino, apuntando la dificultad de dar con el origen y la ubicación de los restos de muchos represaliados. En la fosa de la carretera Cabra-Monturque, por ejemplo, se sabe que están enterrados un padre y sus hijos, naturales de Luque, y en la que está junto al río, yacen personas de Doña Mencía.
Los testimonios orales y documentales recopilados por Aremehisa han dado forma y contrastado lo que ocurrió con estas personas, aunque aún “siguen llegando testimonios” que arrojan más luz sobre los represaliados en esta zona de la provincia de Córdoba.
Ahora, con los trabajos en las fosas del cementerio de Cabra -a cargo de la empresa Arataspi, dirigidos por la arqueóloga Virginia Barea Pareja y con un presupuesto de 12.000 euros-, se espera que la difusión de estas tareas sirva para que se sumen más contactos y familiares de personas a las que, 85 años después, aún se busca para darles una sepultura digna.
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