Luque: eterna tierra de fronteras con búnkeres de guerra convertidos en atractivo turístico
Entre la sierra y la campiña cordobesa, el municipio de Luque afronta su historia como territorio fronterizo. Por su ubicación, Luque ha estado en diferentes momentos históricos junto a una frontera, de ahí el nombre que adopta el propio museo de la localidad, Luque, Tierra de Fronteras. La Antigüedad, la Edad Media y la Guerra Civil fueron los tres grandes momentos de la historia en los que Luque se convirtió en el territorio que separaba pueblos y bandos, tal y como ocurrió a partir del alzamiento que provocó la mayor guerra vivida en España. Hoy, unos búnkeres ubicados e cinco kilómetros del municipio son la muestra más palpable de la importancia de recuperar la historia para contarla a las siguientes generaciones.
Una vez declarada la guerra el 18 de julio de 1936, el militar luqueño Ciriaco Cascajo comandó el alzamiento en Córdoba. Su pueblo natal poco tardó en caer en manos de los rebeldes, bando al que esta localidad se unió desde el principio. Fue entonces cuando sindicatos del campo y formaciones políticas decidieron entregar las armas para evitar un derramamiento de sangre. Sin embargo, la provincia de Jaén -limítrofe con Luque- se mantuvo fiel a la República. Para controlar mejor los posibles ataques, el bando sublevado mandó construir lo que hoy se conoce como los Búnkeres de El Alamillo, que formaron parte de la línea que dividió el frente de guerra en esta zona.
Rodeados de olivos, estos fortines se levantan sobre un cerro y están formados por una casa mata de la que que parten túneles que comunican con puestos de mandos desde donde se vigilaban las entradas a la localidad. En el piso inferior de la casamata se encuentra un pequeño aljibe mientras que toda la zona superior está rodeada por una galería de tiro. El uso de estos búnkeres sirvieron para salvaguardar la N432 y la A318 mientras que al otro lado de estas vías se levantaron los búnkeres del Aceitunillo. Tras la guerra civil, estos enclaves fueron abandonados y pasaron a formar parte del Ejército. Una posterior legislación devolvió los terrenos donde se levantaron estos búnkeres a su propietario, quien en 2010 firmó un convenio de cesión con el Ayuntamiento de Luque para su puesta en valor.
Desde entonces, la labor del consistorio luqueño ha sido la de adecentar no sólo los búnkeres, sino sus alrededores para mejorar su accesibilidad. Después de décadas de abandono, los búnkeres se encontraban en un elevado estado de abandono, con los pasadizos y las trincheras repletos de piedras y basura y con el centro de mandos derruido. Del metal de la estructura, ni rastro, ya que el fin de la guerra trajo su carestía y el poco que se encontraba se vendía.
El valor como atractivo turístico turístico de estos búnkeres es incalculable gracias, también, a su posición estratégica. Aunque la población de Luque que los visita ronda el 15% o el 20%, la Vía Verde y la N432 los convierten en una parada obligada para el turista. Una vez recuperada su estructura, el Ayuntamiento de Luque buscará reconstruir el centro de mando y levantar un centro de interpretación para que turistas y vecinos de la localidad nunca olviden qué ocurrió en aquel municipio a comienzos de 1936.
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