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El futuro de las naves de Colecor solo pasa por la piqueta mientras Rafael Gómez prepara su desalojo

Naves construidas en 2005 por Arenal 2000 en la carretera de Palma | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Tras años sin actividad alguna, el interior de las naves de Colecor han sido durante unos días un trasiego de vehículos. Mientras el Juzgado de Instrucción número diez celebraba su subasta, el empresario Rafael Gómez Sánchez, que amplió de manera irregular una histórica fábrica de leche para convertirla en un centro logístico, ha ido preparando su desalojo. Dentro de las naves quedaba una infinidad de artículos de la marca Retier adquiridos por empresas de Rafael Gómez para poner en marcha un centro logístico que nunca llegó a abrir sus puertas. Además, las oficinas han sido la sede de muchas de estas empresas y hasta del partido político con el que se presentó a las elecciones municipales en el año 2011, que lo convirtió en líder de la oposición, Unión Cordobesa. Restos y recuerdos de toda una vida empresarial que ha marcado, a su vez, la de toda una ciudad.

Aunque sus abogados han recurrido la subasta, que ha tenido postor por seis millones de euros, son pocas las esperanzas que guarda ya Rafael Gómez de mantener la propiedad de las históricas naves de Colecor, el Algarrobico cordobés, poco menos que el símbolo de aquellos años de urbanismo alocado que tuvo un antes y un después en su construcción. Ahora, el futuro de esas naves pasa por dónde nunca quiso Rafael Gómez: la piqueta. Con eso ya cuentan los futuros propietarios que, de momento, se mantienen en el anonimato, a la espera de que el Juzgado le dé de manera oficial las llaves de esta inmensa propiedad. Junto a las naves se han subastado otras cinco fincas colindantes más de una gigantesca extensión de terreno que va desde la propia carretera de Palma hasta las faldas de la sierra en incluso a las inmediaciones de Medina Azahara.

El Juzgado está pendiente de firmar la adjudicación del bien. El postor tiene que depositar el dinero en una cuenta del banco. Cuando lo haga y se compruebe el origen del dinero, el juez ordenará una transferencia al Banco Santander, titular actual de las naves y de todos los problemas asociados. El Santander ejecutó una hipoteca del Banco Popular (al que absorbió) de Rafael Gómez que nunca pagó. Ahora pretendía liquidar al menos 7,2 millones de euros de deuda, pero la subasta se ha quedado en seis millones.

Las naves se transmitirán a su nuevo propietario limpias de polvo y paja. En el Registro de la Propiedad, este bien tenía más de 40 embargos. Todo eran deudas de las empresas vinculadas a Rafael Gómez. Desde los bancos hasta la Agencia Tributaria pasando por el Ayuntamiento de Córdoba, que le impuso diversas sanciones urbanísticas. Nada de eso se va a cobrar. El débito desaparecerá automáticamente el día en el que el juez adjudique las naves.

Pero este inmenso inmueble sí que tiene una herencia difícil de cumplir: su legalidad. Si el nuevo propietario quiere usar las naves para algo más que para guardar cosas tendrá que cumplir la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que ratificó el Supremo. La clave está en la demolición. Sí o sí, tendrá que demoler una parte importante de lo construido de manera irregular. ¿Cuánto? Esa es la gran pregunta.

La demolición

Las naves de Colecor se construyeron en 2005 sin permiso municipal alguno, en el particular Algarrobico cordobés. 12 años después, los más de 40.000 metros cuadrados de almacenes levantados en pocos meses por el entonces imperio de Arenal 2000. Desde 2005, Córdoba ha tenido cuatro equipos de gobierno en el Ayuntamiento diferentes, y cuatro alcaldes. Todos se han enfrentado al mismo problema: qué hacer con esta mole gigantesca construida en un suelo de especial protección como es el entorno de Medina Azahara.

La sentencia a cumplir es de 2014. No fue ratificada, tras varias idas y venidas, hasta 2017. Lleva tres años guardada en un cajón esperando a ejecutarse. En 2014, la sentencia tumbó varios puntos del plan especial aprobado por el Pleno del Ayuntamiento. El anterior equipo de gobierno (del PP) finalmente no adaptó el plan especial a lo que marcaba la sentencia y el documento quedó anulado sin poder ejecutarse. Ahora, el plan podría culminar obligando a la demolición de buena parte de las naves de Colecor, construidas sin permiso municipal en el año 2005 y que ocupan una superficie de un suelo de especial protección de 40.000 metros cuadrados.

El porcentaje a demoler era el gran punto de desacuerdo entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. El gobierno andaluz siempre dijo que tenía que superar el 25% propuesto inicialmente por el Ayuntamiento. Se llegó a plantear que se echara abajo la mitad de la construcción.

Ahora, el Ayuntamiento y la Junta están condenadas a entenderse. Y según ha podido saber este periódico ya han empezado los contactos. A diferencia de lo que ha ocurrido nunca, por primera vez en la Junta y en el Ayuntamiento gobierna el mismo partido, el PP. Cuando las naves se construyeron la alcaldesa era Rosa Aguilar, entonces en IU. El PSOE estaba entonces en la oposición. Su portavoz municipal era el hoy diputado en el Congreso, Antonio Hurtado, que se convirtió en el gran azote de su hoy compañera de partido a cuenta de las naves de Colecor.

En 2012, el PP gobernaba con mayoría absoluta en el Ayuntamiento, el propio Gómez se sentaba en el Pleno y el PSOE seguía en la Junta. El acuerdo, de nuevo, fue imposible. La Junta recurrió el acuerdo de Pleno y el Supremo acabó dándole la razón. Ahora poco se puede hacer contra aquella sentencia. El camino solo es uno: acatarla.

Pero aún hay camino por recorrer. No solo hay que demoler una parte importante de las naves, también hay que dejar muy claro cuál será su uso futuro. La Junta siempre rechazó su uso logístico. En la acera de enfrente está el parque logístico que la Junta construyó. De hecho, el PGOU de Córdoba señala que aquello es un suelo de especial protección. Sobre el papel sus usos están claros: agroindustriales.

Es decir, las naves solo podrían ser lo que siempre fueron: una fábrica de leche o de algún producto agrícola. Pero nunca podrán ser lo que siempre quiso Rafael Gómez: una especie de gran centro comercial, pensado mucho antes de que se construyera el plan de la Carretera de Palma y llegaran superficies como Decathlon o Leroy Merlin.

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