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Cinco años consiguiendo que personas con discapacidad disfruten del turismo en Córdoba

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Alejandra Luque

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Antonia Benavente lleva cinco años abriendo Córdoba y provincia a todas aquellas personas que, hasta 2013, no podían disfrutar de un turismo de calidad dadas sus condiciones físicas especiales. Poco a poco, turistas sordociegos o con movilidad reducida han visto cómo pequeños empresarios apuestan por un turismo inclusivo real que, llevado a la práctica, permite a toda la ciudadanía disfrutar del patrimonio histórico y cultural que rodea a la capital califal.

Rutas Accesibles por Córdoba. Así se denomina la empresa que gestiona esta cordobesa, una compañía pionera en toda Andalucía centrada en el desarrollo del turismo accesible. Todo nació en 2013, cuando Benavente se encontraba desempleada y participó en un taller del Ayuntamiento de Córdoba destinado a mejorar las posibilidades de empleo de las personas en paro. Tras esta formación, “surgió la idea de desarrollar una empresa que facilitara el turismo a aquel sector de la población que le gusta viajar, que es estacional y que tiene algún tipo de discapacidad”, explica la promotora.

Su intención, en definita, era hacer de Córdoba “una ciudad verdaderamente accesible”. Con esta idea bajo el brazo, Benavente analizó cada una de las ocho rutas que ofrece a la turistas, evaluó las diferentes calles por las que ha trazado estos caminos y se aseguró de que todas ellas fueran accesibles tanto a personas con movilidad reducida como a las sordo-ciegas. Aunque los comienzos de esta empresa fueron difíciles “ya que influye mucho que te vayan conociendo poco a poco”, Benavente ha conseguido ser un referente en la ciudad tanto para los turistas como para asociaciones como Cota Cero, Aspacys o Fepamic. Es más, la gestora de la empresa asegura que el turismo inclusivo “ha aumentado casi un 200%”.

Actualmente, Benavente ofrece un total de ocho rutas de lo más variadas posible que permite obtener una visión poliédrica de la ciudad: tanto de sus fiestas más destacadas, como los Patios o las Cruces, como de su propia idiosincracia, como son los recintos amurallados, las Iglesias Fernandinas o la orilla del río. Además, estas rutas también se extienden a la provincia ya que esta empresa cuenta con “compañeros que colaboran con la empresa y enseñan aquellos pueblos más apetecibles para el turismo”, señala Benavente.

Junto a la empresaria, que es licenciada en Historia del Arte y Arqueología y técnica en accesibilidad y patrimonio, trabajan otras cuatro personas que son profesionales en turismo accesible. Además, para las rutas dirigidas a personas sordo-ciegas, la compañía cuenta con una profesional con una discapacidad auditiva que, gracias a sus competencias en Historia y en interpretación de lengua de signos, permite que todos lo que participan puedan conocer todos los detalles históricos y patrimonios que se cuentan en estas rutas.

Ahora, el gran reto del turismo inclusivo se encuentra en “derribar” los problemas de accesibilidad del complejo arqueológico de Medina Azahara, nombrado el pasado mes de julio como Patrimonio Mundial de la Humanidad. En palabras de Benavente, las personas con movilidad reducida sólo pueden acceder a “un 1%” del yacimiento, que incluye la terraza superior como el único espacio al que pueden pasar. “Se pueden hacer nuevos trazados para conseguir bajar hasta el máximo nivel posible para que las personas que van en sillas de ruedas tengan independencia plena y no tengan que ir acompañados de una persona que les ayude”, concluye Benavente.

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