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Camina por Córdoba Jesús en su Soberano Poder

Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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La luz no es clara en las primeras horas. Amanece sombrío este miércoles, que lo es de Pasión. Oscuro es el color del cielo, que mantiene la tonalidad desde días atrás. El final de Cuaresma viene precedido de días lluviosos. Éste aparenta ser uno más por el gris que cubre la ciudad por la mañana. Pero ha de ser diferente. Y lo es. En todos los sentidos para los cofrades, pues con la caída de la noche Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder debe cruzar por vez primera el dintel de la iglesia de La Merced. Es el instante, uno de ellos, esperado en tiempo litúrgico que está por terminar. La Semana Santa de Córdoba la anuncia este año también el Señor de la amplia zancada, Cruz al hombro y rostro tierno pero dolorido. Camina por la ciudad ya el Nazareno.

No pocos aguardaban desde minutos antes a las puertas del céntrico templo. Era a las nueve de la noche cuando debía comenzar la cita, solemne y emocionante. Fue poco después de la hora fijada cuando el cortejo de la pro hermandad de la Quinta Angustia inició su trayecto por la zona Centro de Córdoba. Fue entonces cuando los corazones presentes comenzaron a latir más intensamente. Tras unos momentos, surgió de la luminosa iglesia de La Merced la imagen tallada por Pablo Porras y Juan Jiménez y que fue bendecida a mediados de marzo. Aquel día llegaba a su ciudad, esta vez la transitaba por fin. Lo hizo sobre una sencilla parihuela y con motivo el rezo del Vía Crucis por parte de la corporación de la que es titular.

Desde el primer momento impactó, de nuevo, el Nazareno. Quizá fue la sensación de movimiento que le dieron sus autores o la expresión de su cara. Quizá fue la mirada de sus ojos. El caso es que tocó la fibra, como se suele decir, a quienes acudieron a la cita con Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder, el cual repartió a su paso por rincones como Osario o plaza de los Carrillos camino de la parroquia de San Miguel. La pro hermandad de la Quinta Angustia, ligada a dicho templo, quiso regresar a éste que algunos años atrás custodió a su titular mariana. De hecho, la corporación efectuó su trayecto de manera idéntica al día en que la Virgen abandonó la iglesia situada tras el encanto de San Zoilo para ir a su sede.

Precisamente en San Miguel tuvo lugar el rezo de una de las Estaciones. Fue antes de poner rumbo a la iglesia de La Merced. La oscuridad entonces era muy distinta a la de horas antes. Era la propia de la noche, abierta y tranquila, un tanto fría pero agradable. Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder, con su amplia zancada, caminó otra vez por Córdoba hacia su templo. Marchó por San Zoilo, como había de ser, o Conde de Torres Cabrera, pero también por los Jardines de la Merced. El verde de los árboles le acompañó tanto como los cofrades que no quisieron perderse esta cita para la historia en el ámbito de las hermandades cordobesas. Y minutos antes de las once, el Señor regresó a su casa, donde le veneran con tanto ímpetu como ilusión.

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