Alegre camino a Scala Coeli
El sol luce intensamente. La mañana toma presencia con ímpetu. Lejos de la negativa sensación con que terminara la Semana Santa y también que hubiera el pasado año, la ciudad comienza su primavera como más le gusta. La incertidumbre meteorológica de días atrás deja paso esta vez a agradables temperaturas para disfrutar de una gran jornada festiva. Es la de este domingo, en la que Córdoba vislumbra su mes de mayo con la romería de Santo Domingo, que además supone el punto de partida definitivo al tiempo de Gloria. El período florido tiene su inicio con el tradicional peregrinaje hasta el Santuario de Scala Coeli.
A las nueve de la mañana estaba previsto el comienzo del popular caminito, que sólo unos minutos después ya era un hecho en el Paseo de la Victoria. Una breve tanda de cohetes anunció una celebración que pregonó días atrás Manuel Serrano en el Real Círculo de la Amistad. Desde instantes antes, el color ya lo cubría todo con la más de una decena de carrozas que participó. La Federación de Peñas Cordobesas, como es habitual, colaboró activamente con la hermandad de San Álvaro para el desarrollo de la festiva romería, la primera en Córdoba. La corporación de Gloria es la encargada de organizar año tras año la subida a Santo Domingo de Scala Coeli. A los vehículos floridos desde los que se escucharon cánticos alegres, se unieron, como es norma, caballistas y numerosas personas a pie.
La romería de Santo Domingo abrió con ambiente festivo una intensa jornada en la que los cordobeses estaban llamados a votar y en la que, también, se echaba el cierre a la Cata del Vino. En cuanto a la comitiva que marchó hasta Scala Coeli, repitió su ya habitual recorrido, que por la ciudad le llevó a avanzar por el Paseo de la Victoria, Ronda de los Tejares, plaza de Colón, Acera de Guerrita, Llanos del Pretorio y avenida del Brillante antes de dejar atrás el núcleo urbano tras superar Calasancio y San José de Calasanz. La llegada al Santuario tuvo lugar, aproximadamente, un par de horas después, para vivir el acto litúrgico. Después, fue momento de seguir con la actividad lúdica en el marco de la sierra y en torno al templo.
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