Adamuz desentierra sus asesinatos del franquismo
Las excavaciones en el cementerio municipal encuentran restos de las tres víctimas de las ejecuciones sumarias practicadas durante la guerra civil y la posguerra
Dos años de investigación han permitido recuperar los restos de tres represaliados por el franquismo que fueron asesinados y enterrados en el cementerio de Adamuz. Este municipio fue uno de los últimos focos de la guerrilla antifranquista en Córdoba y Andalucía. Tras más de diez años de resistencia armada, los integrantes de las partidas de guerrilleros fueron cayendo bajo la implacable política de represión, tortura y ejecuciones sumarias de la dictadura. Solo entre 1946 y 1949, una década después de la contienda, fueron asesinados entre 11 y 13 combatientes. La pauta de las ejecuciones marcó también su enterramiento, que se aleja de la tradicional modalidad de fosas comunes que jalona la geografía española. En este caso, se optó por realizar enterramientos individuales que se abrían a medida que caían los guerrilleros y eran fusilados.
Los trabajos de investigación se iniciaron en 2012 cuando familiares de las víctimas acudieron a la Aremehisa, asociación para la recuperación de la memoria histórica de Aguilar de la Frontera, que ha dirigido campañas de recuperación en el cementerio de ese pueblo de la campiña. Con su experiencia, avanzaron las pesquisas en los archivos municipales y militares y se recabaron datos y testimonios sobre el lugar donde pudo enterrarse a las víctimas. Uno de los relatos clave fue el de un antiguo sepulturero que contó que en la década de los ochenta, al abrir una zanja para canalizar una tubería, se topó con restos que identificó como de los fusilados.
No obstante, la información recopilada, reconoce Rafael Espino, de Aremehisa, “era en muchos casos contradictoria”. Eso despistó a los investigadores que el verano pasado abrieron una cata donde encontraron cadáveres de enterramientos ordinarios que no pertenecían a represaliados. Aquello hizo replantear las labores y en mayo hicieron nuevos sondeos que sí tuvieron éxito al encontrar dos esqueletos completos de personas que habían muerto por causa violenta (disparos, según los primeros estudios) y un osario con restos revueltos de personas supuestamente de asesinadas. Ese osario fue acumulado por los operarios que en los años ochenta encontraron los cadáveres al abrir la zanja de canalización. Ahora, los estudios han determinado que al menos un cadáver de ese osario fue asesinado de un disparo en la cabeza, tal y como muestra un cráneo hallado.
Luis Naranjo, director general de la oficina de Memoria Democrática de la Junta, que ha financiado los trabajos con 7.000 euros, se ha felicitado de que el Gobierno andaluz mantenga “su compromiso” con las familias que buscan a sus allegados asesinados. Naranjo ha reconocido que los fondos disponibles han disminuido pero señala que se ha visto compensado con la labor de voluntariado y de asociaciones como Aremehisa. Tras el hallazgo de los cadáveres, se ha presentado una denuncia en el juzgado de Montoro. Si en tres o cuatro meses no resuelve qué hacer, se procederá a la exhumación de los cadáveres para tratar de identificarlos con métodos antropológicos y, en caso de no ser posible, buscar financiación para hacer los análisis de ADN.
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