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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Lentejuelas

Colecciones de fiesta de Pull& Bear y ZARA

Ana Fernández

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Brillan incansables, crujen como los billetes nuevos, y últimamente, se cuelan en todos los saraos y after hours porque no hay escaparate ni colección de fiesta sin su cuarto y mitad de lentejuelas.

Las más antiguas estaban hechas de oro y adornaban la vestimenta de los reyes y las reinas de Egipto. Las lentejuelas de los locos años veinte -previos a la Gran Depresión- eran un lujo identitario de flappers y de divas. Y las actuales, asequibles y en su mayor parte de poliéster reciclado, constituyen una extraña invasión.

Pocos materiales operan la magia de una lentejuela. Por un lado, está la obligada alquimia de la economía circular (hay que reutilizar toneladas de derivados del petróleo), y, por otro, la transformación instantánea de la persona, que, viéndose envuelta en destellos, salta del sofá para celebrar la vida con otros seres humanos.

A pesar de los pesares, tocan a fiesta las campanas de esta parte confortable de la aldea global. Y en puntos de venta como ZARA, Pull & Bear o Mango pregonan vestidos joya, chalecos de lentejuelas, transparencias con copos de sequin y bailarinas cubiertas de brillo como los zapatos de rubí de Dorothy.

Hay quien celebra su felicidad de single; quien sale a divertirse con la esperanza de encontrar pareja; quien se regocija con la vida compartida en una relación; quien lo hace con formas distintas de relacionarse, y quien, además de esto o aquello, baila en Fornite.

Se imponen las lentejuelas, y eso es bueno. Parece un hábito absolutamente incompatible con la provocación violenta y los vivas al dictador. España es plural y festeja la convivencia. 

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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