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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Artículos de broma

Artículos de  The Joke Shop  en Selfridges & Cº

Ana Fernández

15 de marzo de 2024 20:12 h

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La gente -a veces, a ratos, y, según respecto a qué, quizás secularmente- puede estar harta de quienes tienen el poder, todo tipo de poder; harta incluso de la presidencia de su comunidad vecinal y de la directiva o ejecutiva de turno. Por eso, allá donde se mire, aumenta la ciudadanía que cultiva el chiste y el cartel analógico cual pertinaz guerrilla de protesta humorística, ingeniosa, irónica, siempre sin caer en el sarcasmo. Y qué decir de los memes, campeones del pitorreo en las redes sociales, si bien entrañan el riesgo de volver simpático a quien se buscaba censurar.

Pero estas bromas son una cosa muy seria; y aunque se hagan millones de ellas al minuto, lo cierto es que miles de personas que recurren a la reivindicación burlesca han sido desposeídas de los motivos que alimentan la sonrisa y las risas que surgen naturalísimas cuando se vive tranquila y felizmente, sin privaciones o injusticias, sin depredación ni degradación de lo público.

La gente se harta y es sabia. De hecho, la gente sabe que después de recibir la bofetada de hielo del silencio administrativo, ese ghosting del poder; de sufrir largas inverosímiles de departamentos que debían responder a su problema y no lo hacen, y de tragarse las amargas lágrimas que causa la indiferencia frente a su realidad, queda ese derecho al pataleo inteligente que tanto escuece a quien en su mano puede tener el cambiar las cosas; queda, en fin, esa batería de pancartas y de cívicos carteles de la clase “Seguimos sin agua potable en el norte de la provincia de Córdoba”, “Aquí falta un árbol”, “Urgen un colegio y un centro de salud y personal estable y bien remunerado…”, “Sobran baches y curvas mal peraltadas”, más todo lo visto y que veremos por culpa de insuficiencias, ineptitudes y desganas, rematadas, en ocasiones, con la desfachatez de responsables que no hacen lo que se han dicho a sí mismos y a la ciudadanía que harían.

Así, la gente, gente hastiada pero luchadora y con esperanzas, ha organizado, quizás sin pretenderlo, un carnaval permanente de denuncia y reclamación; pues exigir de este modo se ha hecho necesario. En esta liga, lo analógico resulta poderosísimo. ¿Por qué no llevar tu mensaje en tu propia camiseta? ¿Por qué no empuñar el rotulador sobre un cartón y pasear lo que se nos debe a la ciudadanía delante de narices que tan levantadas y protegidas andan? 

Todo lo anterior me surgió, en parte, al tener noticia de la tienda de artículos de broma, The Joke Shop, que los almacenes Selfridges &cº de Londres, ha abierto estos días con vistas a la celebración del April Fools’ Day, la británica jornada de tradición y artilugios para gastar bromas y echar unas risas. Curiosos son los cojines rosa palo que al sentarse hacen el ruido de los pedos, prendas antisistema que dicen “Estuve en estos almacenes y me compré esta horrible camiseta” y los bolsos de piel negra algo dadaístas con un huevo frito o una galleta de broma en el frontal. Fruslerías, de hecho.

Y ya de vuelta a la crudeza de los noticieros, creo que tantas pancartas dignas de un marco tienen, en gran medida, su origen en gentes que se toman los artículos de las leyes, los derechos de los demás y los códigos éticos como verdaderos artículos de broma. Luego, si la ciudadanía recurre, además de al voto, al poder subversivo de la risa que magistralmente noveló Umberto Eco, que no se extrañen ni se ofendan.

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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