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El Carril Bici de Rabanales

Antonio López

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Si bien la pasada semana padecía una pequeña lesión deportiva en mi mano izquierda que me impedía escribir con normalidad, en esta ocasión, recuperado ya de aquella dolencia, es una faringitis la que prácticamente me imposibilita comunicarme aunque ello no supone obstáculo alguno para que pueda acudir a mi habitual cita con los lectores de Cordópolis. Hacía años que no enlazaba tantos percances de forma consecutiva aunque todavía he de remontarme más aún en el tiempo para recordar la primera vez que se habló en esta ciudad del carril bici de Rabanales. Corría el año 1986 y todavía era un infante imberbe -9 años-, cuando se anunció por primera vez la intención de construir un vía para bicicletas que conectara el casco urbano con la zona que hasta hace muy poco era conocida por todos los cordobeses como la Universidad Laboral.

La iniciativa, como sucede con tantas otras, apareció un día en los medios de comunicación para sumergirse silenciosamente en el olvido poco después. No obstante, transcurridos unos diez años, coincidiendo con mi etapa de representante de estudiantes en la Universidad de Córdoba –ya sí debía de afeitarme con frecuencia-, el proyecto del referido carril bici, al amparo de una presunta financiación europea, resucitó de algún cajón con el pretexto de potenciar la comunicación con el, por aquel entonces, incipiente Campus de Rabanales, el cual originaba más de una duda en el seno de la comunidad universitaria y en el de la propia ciudad. Una vez más, el limbo fue su destinto pero, como sucede con las grandes inversiones de nuestra Córdoba, el proyecto ha sido retomado en más de una ocasión por los dirigentes públicos que, presionados por las continuas demandas de colectivos como la Plataforma Carril Bici, han ensalzado las bondades y beneficios de esta iniciativa.

En esta coyuntura, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía dio luz verde a la materialización de lo que hasta el momento tan sólo había sido una buena idea con una subvención de 850.000 euros, los cuales iban destinados a la construcción de casi 800 metros de carril más el pertinente acondicionamiento de la zona con iluminación y arbolado. El proyecto se encomendó a la Gerencia Municipal de Urbanismo que, en julio del año 2011, lo adjudicó por un importe de 616.000 euros. No obstante, las obras no pudieron iniciarse porque hasta mayo del año siguiente no se aprobó por el organismo autónomo la preceptiva cesión de los terrenos. Sin embargo, cuando los universitarios y los amantes de las bicicletas ya se congratulaban por el disfrute de una infraestructura tan ansiada y demandada, ha vuelto a surgir un contratiempo. En esta ocasión, la Junta de Andalucía ha exigido al Ayuntamiento el reintegro de la subvención concedida ya que se había agotado el plazo para la ejecución del proyecto sin que éste, cuando menos, hubiera comenzado. Como respuesta a la demanda autonómica, el gobierno municipal ha decido devolver la subvención ya que no puede costear con fondos propios la totalidad del proyecto por lo que, casi 30 años después, el carril bici a Rabanales sigue siendo motivo de actualidad, no por su uso, sino por ser objeto de páginas de periódico o artículos de opinión como éste que suscribo.

Entrando de lleno en la polémica, hay que reconocer que, con la norma en la mano (Decreto 282/2010de 4 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de los Procedimientos de Concesión de Subvenciones de la Administración de la Junta de Andalucía), la Junta de Andalucía está absolutamente legitimada para exigir el reintegro de la subvención concedida ya que, una vez extinguido el plazo de ejecución, sólo cabe solicitar una ampliación de aquél que, en caso de otorgarse, nunca podrá ser superior a la mitad del plazo inicial. Teniendo en cuenta que el Ayuntamiento ya solicitó en su momento una ampliación que fue aprobada, no es posible emplear nuevamente este mecanismo. No obstante, evadiéndonos de la rigidez y del formalismo propiamente jurídicos, creo que este asunto ha sido llevado a la arena política pues, en el caso de subvenciones entre Administraciones públicas, siempre que el proyecto financiado vaya por buen camino, es frecuente el incumplimiento de plazos sin que por ello se instruya un expediente de reintegro de la cantidad concedida. Me pregunto si la actuación autonómica hubiera sido igual en caso de que el Ayuntamiento infractor hubiese sido, por ejemplo, el de Lucena o el de Puente Genil cuyos gobiernos son del mismo color político que el de la Junta. No obstante, como estudioso del Derecho, defiendo el cumplimiento estricto de la norma siempre que el nivel de exigencia sea igual para todas las Corporaciones con independencia del partido que temporalmente las dirija. Si entendemos que la norma es demasiado rígida o insuficiente, la solución no es vulnerarla de forma constante, sino proceder a su modificación para asegurar su adecuación a la realidad y a las necesidades de sus potenciales destinatarios.

En cualquier caso, teniendo en cuenta que Córdoba fue la primera capital andaluza en aprobar un Plan Director de Bicicletas (1997), que es la segunda urbe de nuestra comunidad con más kilómetros de carril-bici (52) y que ocupa la tercera posición en el ranking de usuarios de este medio de transporte (tras Sevilla y Huelva), creo que Junta y Ayuntamiento deberían sentarse de una vez para que el carril-bici a Rabanales sea una realidad palpable y deje de ser una noticia que, como los ojos del Guadiana, aparece y desaparece de la parrilla de actualidad de esta ciudad.

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