¿Y si le damos la vuelta? (I)
Cuando vamos al súper, tenemos la tendencia de ir añadiendo al carro los productos de una forma casi instintiva. Pues bien, desde hace algunos años es obligatorio el etiquetado nutricional. Eso lo sabemos todos, pero… ¿sabemos interpretarlo? ¿Dejaríamos de consumir alguno de nuestros productos habituales si entendiéramos bien la información nutricional? La decisión será personal, por supuesto, pero por lo menos ya no nos pillará de pardillos.
En el frontal del producto que cojamos (da igual), tenemos la información que la industria con sus grandes planes de marketing quiere que veamos. Leeremos frases como “saludable”, “contiene arroz integral”, “rico en omega 3”, “alto contenido en fibra”, “bajo en calorías”, “reduce los niveles de colesterol” (esta última me encanta, ya que hasta los médicos lo recomiendan acompañado de una alimentación sana y ejercicio), y así innumerables reclamos que hacen que nos sintamos atraídos y terminemos adquiriendo el producto en cuestión. Pues bien, no debemos olvidar que está la industria de por medio, rodeada de publicistas y expertos que lo que quieren es eso, que compremos y nos dejemos guiar por esa “primera impresión” que ha provocado en nosotros su producto. Recuerda: ellos quieren vender.
Pero… ¿y si le damos la vuelta al envase?
En la parte trasera nos vamos a encontrar con dos datos de vital importancia: la lista de ingredientes y la información nutricional. Hoy haremos referencia a la lista de ingredientes y la semana próxima dedicaremos la entrada a la información nutricional, que viene en una tabla y que a veces es difícil de comprender.
Los ingredientes
Van en orden decreciente, es decir, de mayor a menor cantidad del producto. En algunas ocasiones aparece el tanto por ciento de cada ingrediente. Por ejemplo, en los embutidos creemos que estamos comprando jamón york y cuando vemos la cantidad de la carne de cerdo, ésta ocupa sólo un 48% del producto, así que en vez de jamón york cocido, estamos adquiriendo un jamón cocido muy procesado cuya cantidad es menor de la esperada o de la publicitada en la parte frontal del envase. Y digo yo: ¿dónde se han dejado la otra mitad de la patita?
En este listado también aparece el azúcar entre los puestos top de la lista. Uno de los sabores más apreciados es el dulce, y como lo saben, la añaden por doquier a sus productos para que al consumirlos obtengamos una sensación de placer que está regulada por nuestro sistema nervioso.
Otro elemento destacable son las grasas. Aquí hay para rato, pues en muchas ocasiones es donde menos especifican. Aceites vegetales en general, sin ponernos el tipo; aceite de palma (es perjudicial cuando es refinado), grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas. Estas son grasas trans, irreconocibles por nuestro organismo, puesto que no se encuentran formando parte de ninguna estructura del mismo, y por lo tanto, son muy perjudiciales para nuestra salud. Qué rico está un bollo industrial, ¿verdad? Entre el azúcar que llevan y las grasas que mejoran la palatabilidad obtenemos una agradable sensación al ingerirlos, enganchándonos a ese efecto y provocando picos de insulina en nuestro organismo que hacen que se despierten esas “ganas por el azúcar”.
Por último, aparecen los números E. corresponden a aditivos alimentarios y E significa que es de uso autorizado por la Unión Europea. Pueden ser naturales o sintéticos y se añaden para facilitar la conservación, mejorar apariencia, sabor, color, olor…. En algunas ocasiones se agregan voluntariamente. Están legislados y regulados, clasificados según sus funciones, aunque hay algunos más recomendables que otros como por ejemplo el E-621, glutamato monosódico o potenciador del sabor. No es recomendable y en muchos países ya se ha prohibido su uso por lo nefasto que es.
Con una primera miradita a esta lista obtendremos mucha información y tampoco tardaremos tanto. ¿Nos decidiremos por un producto rico en grasas hidrogenadas? Una recomendación es que cuantos más ingredientes tenga un producto, menos natural y más procesado va a ser, así que… mejor elegir uno con menos añadidos, ¿verdad?
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