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Cataluña

Rafa Japón

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Hace unos días vimos a los gobernantes catalanes lanzar un órdago. El estado español, tal y como lo conocemos hoy, está en serio peligro. No es competencia de este blog hablar sobre política, sino sobre educación y es lo que pienso seguir haciendo. El objetivo de esta entrada es dar una nueva muestra del poder de la educación para modelar la conducta de los futuros ciudadanos. Para crear país, en definitiva.

Iñaki Gabilondo decía en El País que Cataluña se va debido a “la desafección colosal de los catalanes, especialmente entre los jóvenes”. Según entiendo de las palabras de Iñaki, más que desafección (según la RAE, mala voluntad) quería decir desafecto o desapego. Estoy de acuerdo con Gabilondo, pero ¿qué es lo que ha creado esta situación entre las nuevas generaciones? Serán muchos motivos, pero estoy convencido de que el más importante es sin duda la educación.

Desde hace una década como mínimo, el gobierno catalán entendió que la educación era la llave para su deseada independencia. Como casi siempre, la juventud es la clave. Si usted busca en Google “libros de texto catalanes” verá decenas de noticias de medios de comunicación en los que se informa y opina sobre la “catalanización” de hechos históricos y políticos. Incluso se trabajó el expansionismo, en la lucha por la defensa de esa invención llamada Països Catalans. Quizás hubiera sido mejor apretar en Matemáticas o Ciencias, materias en las que los estudiantes catalanes no destacan en absoluto en España según el último informe PISA. Pero esto, pensaron los grandes estadistas catalanes, no interesaba. Estoy seguro de que también habrán incluido verdades como puños en esos libros de texto pero, desgraciadamente, esas no llegan al resto del país, ya sea porque los medios nacionales no le dan bola o porque los medios catalanes lo hacen en catalán. Y ahí es donde yo quería llegar.

Los políticos catalanes cometieron un craso error. Una cagada imperdonable que, sin ninguna duda, empobrecerá la cultura catalana. La ultrajante extirpación del castellano solo traerá desventura a la futura Cataluña. Solo a una acémila infame, capada y enferma se le pudo ocurrir iniciar tal holocausto. Un estado no se crea destruyendo su patrimonio. El idioma español es un tesoro para cualquier persona que lo domine, sea catalán, andaluz, venezolano o australiano. Es la segunda lengua más hablada en el mundo, siendo el primer idioma de 466 millones de personas. Ni siquiera al nacionalismo irlandés, con la sangrienta guerra de la independencia como posible excusa, se le ocurrió tal salvajada con el idioma de Shakespeare. ¿Se imaginan a los escoceses sacando el inglés de las escuelas en su camino por la independencia?

Ni me asusta ni me preocupa que cuando mi hijo empiece a estudiar geografía, tenga que estudiar a Cataluña como un país extranjero, con Barcelona como capital. Lo que me apena profundamente es que mis nietos necesitarán intérpretes para visitarla.

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