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Sobre este blog

Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

Caminando sobre las aguas

Un espigón en el mar.

Eduardo Moyano

15 de julio de 2024 20:00 h

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Apunta el sol por el acantilado, y ya se ve en el horizonte la silueta del hombre que camina sobre las aguas. Una gaviota despliega sus alas majestuosas oteando la superficie de la mar en calma. No hay olas que alteren la quietud de la alborada, y él camina lentamente, erguido y seguro, como si anduviera sobre una alfombra de plata. Se siente poderoso pisando firme en las aguas profundas, cristalinas y serenas, tras vencer el peso de la gravedad de su cuerpo desnudo.

Abajo, en el fondo, observa el movimiento de un banco de peces diminutos, mientras cruza por entre sus piernas una medusa de mediano tamaño. A lo lejos, en alta mar, salta acompasado un grupo de delfines con su danza inconfundible. Arriba, un parapente de diversos colores planea en un cielo claro y sin apenas nubes.

Carlos, orgulloso de su poder sobre las aguas, se compara con esos seres alados que hacen realidad el sueño de Dédalo. Ellos dominan el cielo, dice, yo las aguas. Siente una brisa suave que le refresca el alma, mientras se dirige lentamente a la punta del espigón donde le espera Cristina para juntos contemplar el fuego luminoso del sol en su salida por levante.

Aun así, le sobrecoge la inmensidad del mar, y ello le hace verse pequeño e insignificante, rebajando hasta desaparecer la magnitud de su orgullo prometeico. Sabe que hay días en los que el mar se despierta bravo y enloquecido, y entonces de nada le sirve su poder de caminar sobre las aguas, mostrándosele con toda crudeza la extrema debilidad de la condición humana.

Son días en los que tendrá que permanecer impotente en la orilla, viendo cómo el oleaje rompe sobre las rocas en un torbellino de espuma dorada, arrastrando algas con una fuerza inconmensurable. En esos días, ni siquiera los barcos pesqueros, acostumbrados a turbulentas singladuras, son capaces de enfrentarse a tanta furia, y permanecen amarrados en el puerto.

Hoy, ha aprovechado Carlos la calma del amanecer y ha salido a caminar sobre las aguas sintiéndose por unas horas Poseidón con su tridente en la mano. Llega al acantilado, y allí está ya Cristina esperándolo. Se baja de su tabla de surf y se sienta en la playa, viendo cómo el sol saetea con sus rayos las rocas del acantilado en esta mañana del mes de julio.

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Soy ingeniero agrónomo y sociólogo. Me gusta la literatura y la astronomía, y construyo relojes de sol. Disfruto contemplando el cielo nocturno, pero procuro tener siempre los pies en la tierra. He sido investigador del IESA-CSIC hasta mi jubilación. En mi blog, analizaré la sociedad de nuestro tiempo, mediante ensayos y tribunas de opinión. También publicaré relatos de ficción para iluminar aquellos aspectos de la realidad que las ciencias sociales no permiten captar.

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