Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Sánchez o nada
Este lunes, saldremos de dudas. Pedro Sánchez se habrá convertido en el segundo presidente de la restauración democrática en España que dimite tras Adolfo Suárez, en 1981, o se lo habrá pensado mejor y decidirá seguir hacia adelante. El país, el Gobierno pero sobre todo el PSOE están sumidos en una tremenda incógnita. ¿Qué pasará?
Nadie puede tener una certeza pues casi nadie ha hablado en estos días con Pedro Sánchez. Su entorno más próximo ha dicho que el miércoles quería dimitir pero que lo convencieron para que se lo pensase. Estos días se han multiplicado los apoyos dentro de su partido para que no dé un paso atrás. Veremos.
Tras las primarias en las que Pedro Sánchez se impuso a Susana Díaz, el actual secretario general del PSOE se convirtió en una especie de César. Es lo que tienen las primarias, que las carga el diablo. Sánchez obtuvo todo el poder orgánico y el PSOE quedó a su servicio. Atrás quedaron los congresos en los que se votaba y pactaba, en los que se integraba a los críticos, que no se iban al ostracismo. Aquellos barones que sí que eran críticos con el secretario general, aunque alguno quede en Castilla y La Mancha.
Las primarias dejaron ligaron al PSOE, que ha sido el partido bisagra en este país, con Sánchez. Y parece que seguirá siendo así. Por debajo de Sánchez no hay perfil alguno que le haga sombra, y todo apunta a que si se va a su casa no será fácil encontrar un recambio de garantías.
Las primarias crean césares, destruyen la salud de los partidos, su debate interno, la promoción de nuevos nombres y acaban hipotecando su futuro. Pero hay más.
El espejo en el que se puede mirar cualquiera que quiera aspirar a entrar en política lo tiene en el actual rostro de Sánchez. Sea quien sea su sucesor, se expondrá al escrutinio más salvaje y cruel, a la deshumanización del rival político, a la tensión constante, a las noticias falsas, a la presión más salvaje. Quieren hacer pagar un precio altísimo por ocupar un poder que consideran suyo y que cualquiera que lo ocupe, por mucho respaldo democrático que tenga, acabará siendo un usurpador de la peor calaña. En definitiva, quizás no haya armas ni corra la sangre, pero no deja de ser un golpe de estado lento, gota a gota, incansable, insoportable e irrespirable. Agotador.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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