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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Un trabajador prepara un 'pollofre'

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Hace tiempo que Facebook (o Instagram, porque son lo mismo) censura una foto en cuanto asoma un pezón. Algo tan natural como ese órgano de la evolución humana por el que todos tenemos que pasar no pasa el filtro de la censura de Zuckerberg. Obviamente, ver un pezón puede traumatizar a cualquiera. Leer que el ombligo es nuestro centro de energía y que si te pones una piedra mágica (y china) tapada con un esparadrapo es algo que no hace daño a nadie. Tampoco que el coronavirus no existe, que todo es un invento de Soros y que si te vacunas es probable que Bill Gates te controle a través del 5G. Eso es la mar de inofensivo para la inteligencia artificial de Facebook.

Este viernes abrió sus puertas La Pollería, un negocio provocador. Su producto estrella son los pollofres, gofres con forma de pene. En los tiempos del selfie, es un negocio que triunfa porque muchos clientes adquieren su pollofre no por el sabor, sino por hacerse una foto y compartirla. Obviamente, el asunto pollofre ha tenido una viralización increíble en redes sociales, algo que Facebook busca: gente muy a favor y gente muy en contra que se pelea.

No deja de hacerme gracia que sea por esto. En Sevilla, por ejemplo, se montó una buena por la cercanía del negocio al paso de procesiones. En Córdoba La Pollería está abierta en la calle Concepción, pero este que escribe no tiene duda alguna de que habrá clientes que se comprarán su pollofre y se irán a ver un paso.

Nada de eso debería ofendernos o escandalizarnos más de la cuenta, si no estuviéramos cubiertos por un manto de pudor fomentado por todas las religiones. Incluso en época clásica, cuando sabemos que todo era más desinhibido, hubo problemas, aunque menores.

Es bastante probable que a Jesucristo lo crucificaran desnudo. La crucifixión era una humillación total y ese paño, llamado pureza, con el que lo representamos desde hace siglos probablemente no existió. Alguien decidió que era mejor taparle el pene pero mostrar con todo lujo de detalles todas sus heridas. En Córdoba, de hecho, hay una procesión, la Universitaria, que ha recreado con todo lujo de detalles la tortura, como aquella película de Mel Gibson, La Pasión, donde no se ve ni un órgano sexual, no vaya a ser que traumaticemos a los niños.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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