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Bajo el pavimento está la playa

Alfonso Alba

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Sí, lo de que los tres diputados del PSOE por Córdoba (más uno de Valencia) hayan firmado una pregunta escrita dirigida al Gobierno sobre cómo afecta a la provincia de Córdoba la Ley de Costas es una anécdota. De hecho, es una anécdota hasta divertida. Pero también es un síntoma de lo mal que funciona el Congreso de los Diputados.

Es una anécdota por que no significa nada. La pregunta ha sido por escrito como las miles de preguntas que se realizan en cada legislatura en el Congreso de los Diputados y no una cuestión oral (sería trágico que cualquiera de nuestros diputados interpelara al ministro del ramo sobre la playa cordobesa). Pero es un síntoma por que la pregunta ha sido firmada por estos cuatro diputados que han actuado de una forma tanto menos que automatizada. Sin saber exactamente cómo se les ha podido colar semejante barbaridad, supongo que se trata de una especie de plantilla que se redacta en el grupo socialista en el Congreso. Esas plantillas preguntan al Gobierno, por ejemplo, por la cantidad de kilómetros de autovía que se tiene previsto construir en 2014 o por cómo afectan a la provincia equis los recortes en Sanidad a través del copago. En todas, se pone el nombre de la provincia a la que uno representa en lugar de la equis, se firma la pregunta y se entrega en la Mesa del Congreso. En todas, claro, salvo una tan evidente como la de la Ley de Costas, ya que no todas las provincias españolas tienen playa. Vaya, vaya.

Así, chispa más o menos, parece que funciona el Congreso de los Diputados, el lugar donde reside la soberanía nacional, como nos recuerdan siempre que pueden nuestros próceres. Así, chispa más o menos, se desacredita la labor del diputado, que en muchas ocasiones (últimamente en pocas, la verdad) es bastante decente y honorable. Pero cuidado, su labor es desacreditada por ellos mismos, que son incapaces (o no tienen tiempo o no sé qué excusa pueden tener) de leer lo que firman.

Hasta ahí el símbolo o la anécdota. Lo siguiente es trágico: intentar justificar tamaña cagada. Menos mal que la reacción fue rápida y que en la misma se decía, a las claras, que todo se debía a un “error administrativo” y que se iba a investigar para que no volviese a suceder. Bien. No ha habido tragedia. Sin embargo, algunos se han empeñado en buscar en la Ley de Costas algo que pueda invalidar esta metedura de pata, como que el dominio público hidráulico puede adentrarse 100 kilómetros tierra adentro (¿a Benamejí llega la brisa del mar?) o no sé qué historia con las mareas del Guadalquivir.

No, por favor, por ahí no.

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