Nepotismo

De todas las causas judiciales que rodean a la familia de Pedro Sánchez, a la única a la que le veo futuro es a la de su hermano. O no. Si la justicia decide alguna condena por el enchufismo del hermano del presidente del Gobierno (que aún no lo era cuando su hermano accedió a la plaza pública en Badajoz) tendría que revisar también las decenas, cientos o miles de personas contratadas para algún puesto público en cualquier administración de España y por cualquier partido político de las últimas décadas. Supongo que se colapsarían los juzgados.

Lo del hermano del presidente es un presunto caso clarísimo de nepotismo, que para mí siempre fue uno de los peores casos de corrupción de las administraciones públicas. No se trata de desviar 20.000 euros de una factura para beneficio propio, que está mal. O de recibir comisiones equis (he llegado a ver funcionarios que se han corrompido por que alguien le ha pagado unas vacaciones). Se trata de conseguir un puesto de trabajo para toda la vida, pagado por todos los españoles.

Y sí. Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado. Hermanos, esposas, maridos, cuñados, amigos, hijos, sobrinos o incluso nietos de cargos públicos, de personas afines o directamente afiliadas a cualquier partido político que han acabado disfrutando de un Sueldazo como el de la ONCE, para toda la vida, a cargo del erario público.

El nepotismo no solo es corrupción, sino también una manera de cargarse el sistema. Obviamente, un enchufado no va a ser mejor profesional que aquella persona que se ha ganado el puesto por su capacidad. Y eso lo acabamos pagando todos.

El sistema da síntomas de agotamiento precisamente cuando los que tienen que responder no dan la talla. Y muchos no dan la talla directamente por incapacidad. No saben qué hacer. No es su culpa, ajá. Sino quizás de quién lo ha colocado o enchufado ahí.

El caso del hermano de Pedro Sánchez no huele bien. Un puesto aparentemente creado exprofeso justo cuando Sánchez se convierte en secretario general del PSOE de nuevo. Pero todos sabemos que no es el único, lo cual no le resta ni un ápice de gravedad. Aprovechando que el foco está puesto ahí por la justicia deberíamos aprovechar para peinar las administraciones y revisar aquellas plazas a las que solo se presentó una persona (algo que ya de por sí debería considerarse una anomalía) y revisar de oficio qué es lo que ha pasado ahí.

En la Declaración de los Derechos Humanos se condena expresamente el nepotismo y se afirma: “Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de equidad, a las funciones públicas de su país”. Por algo será.