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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

El monstruíto

Rafael Gómez 'Sandokán' junto al autobús de su partido en las naves de Colecor

Alfonso Alba

4 de octubre de 2025 21:29 h

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En la primavera de 2011, el excéntrico empresario Rafael Gómez, alias Sandokán, se convirtió en el jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Córdoba. Su irrupción dio uno de los vuelcos electorales más estrambóticos que se recuerdan en Córdoba. Apenas unos meses antes había anunciado su candidatura, que la izquierda, especialmente Izquierda Unida, acogió con incredulidad. Ni en sus peores pesadillas se imaginó que Sandokán le iba a robar la mitad de sus votos.

Sandokán, no obstante, no fue decisivo. El momento dulce del PP de 2011 le arrojó una mayoría absolutísima a José Antonio Nieto de 16 concejales frente a un total de 29. Sandokán se quedó con cinco, IU con cuatro y el PSOE con otros cuatro. Rafael Gómez se zampó cinco concejales que IU obtuvo en 2007. Los otros dos que perdió la formación pasaron al PP. El PSOE se quedó como estaba, con cuatro.

Entonces, hubo un interesante análisis interno del fenómeno Sandokán, que había recibido sus principales apoyos en los feudos históricos de IU en Córdoba. Rafael Gómez había sido un monstruíto alimentado, por acción o por omisión, por gran parte de la izquierda cordobesa. Hubo alcaldesas que fueron a la boda de su hija. Y no se llegó a contemporizar muy bien su influencia real dentro de una ciudad muy estructurada en barrios obreros, con sus peñas, sus asociaciones, sus cofradías y sus trabajadores. “Cuando crías monstruítos a tu lado, llegará un día que crecerán y te acabarán comiendo”. Y algo así, con muchos matices, fue lo que pasó.

El fenómeno Sandokán provocó, además, que IU dejase de ser el primer o segundo partido de la ciudad desde 1979. Y que la hegemonía de la izquierda se la disputase, y ganase, el PSOE en 2015. De aquel tsunami, la coalición, heredera de aquel potente PCE de los años ochenta, todavía no se ha recuperado. El monstruo de Unión Cordobesa solo logró un concejal en el mandato siguiente y hoy es un vago recuerdo del pasado. Se desinfló de la misma manera que creció.

El PP tiene a un monstruíto a su derecha que no para de alimentar. La última encuesta de Antena 3 ya vaticina que los populares no serían el partido más votado en España. Y no por la previsible caída en apoyos del PSOE, sino porque Vox le roba mucho apoyo (y se quedaría con el 20% del electorado).

Aunque nada ha cambiado, en el cuartel general de los estrategas electorales del PP han comenzado a torcer el gesto. “¿Qué estamos haciendo mal?”, se preguntan. La estrategia desde hace años es directamente competir con Vox en el terreno más extremo de la derecha. Y ahí el PP siempre va a tener las de perder.

A diferencia del error mortal de Ciudadanos en 2019, Vox ha decidido seguir la estrategia de Meloni en Italia: ser el único partido en no tocar gobierno. El objetivo es poder presentarse en las próximas elecciones como los únicos que aún no han hecho nada (ni bueno ni malo) en un contexto en el que “todos los políticos son iguales” y, por tanto, “igual de malos”, como se difunde en la opinión cuñada de las redes sociales.

El mejor ejemplo es el de los incendios de verano. Comunidades autónomas gobernadas por el PP atizando al gobierno del PSOE que se defendía atizando a su vez a las comunidades del PP. Políticos con cargo público eludiendo sus responsabilidades. Y ciudadanos considerándose desamparados que abrazarán al primero limpio (presuntamente) de polvo y paja que pase por la puerta.

Podemos estuvo muy cerca de lograr el sorpasso al PSOE en un contexto que entonces le era muy favorable. No lo logró. Por errores propios y forzados. Pero se quedó muy cerca. Vox aspira al suyo propio. Está aún muy lejos, pero se ve favorecido por un contexto internacional en el que tiene todo el viento del mundo a favor, y donde hasta lo inesperado, como que ganen Trump, Milei o Meloni, se hace posible incluso en las democracias más consolidadas. Son los monstruos del siglo XXI.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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