Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Las megaplantas
En la Península hay pocas tierras que sean más fértiles que las del Valle del Guadalquivir y la Campiña, tanto la sevillana, como la gaditana o la cordobesa. Tan fértiles son que aguantan cultivos de secano con extraordinarias producciones incluso bajo un clima donde pueden pasar cinco meses sin llover. Y con temperaturas muy altas. Lo han sido siempre y han posibilitado que precisamente en una zona que también es rica por sus recursos minerales se instalaran las grandes civilizaciones europeas.
Ahora, esa tierra tan fértil está en riesgo. En muchos casos, es más rentable construir un enorme campo de placas fotovoltaicas que sembrarlo de cereal. Da más dinero levantar todo el sustrato fértil de siglos de agricultura para dar cabida a las megaplantas solares que, incluso, mantener olivares de secano.
En Pedro Abad, en Morente, en Bujalance y en El Carpio han comenzado a poner el grito en el cielo. Ya lo hicieron en Belalcázar, pero se mantienen callados en Montemayor, Espejo o Montilla. Sus vecinos se han movilizado y hasta han logrado parar algún gran proyecto. Ahora sus ayuntamientos corren para proteger el paisaje de campiña y evitar así la proliferación de estas instalaciones gigantescas, que lo van a cambiar todo.
Nadie está en contra de las energías renovables, como dijo Rodrigo Sorogoyen cuando recogió su Goya por As Bestas. Pero sí de cómo se están llevando a cabo en muchos casos: expropiaciones cuando logran que se declaren de interés público, grandes alquileres que luego van menguando o proyectos en unos parajes que van a dejar de ser las suaves lomas de nuestra infancia, nuestra pequeña Toscana a la cordobesa, y se van a transformar en horizontes metálicos y brillantes.
Ahora, con esas placas, ya no sabremos cuándo es primavera en la campiña, o cuándo el invierno va reverdeciendo el paisaje. Tampoco detectaremos el avance del verano al ritmo de las cosechas. O cómo la lluvia va coloreando de ocres al otoño. Todo serán espejos al cielo para generar una energía eléctrica renovable, pero quizás no demasiado limpia. Y esto, como el cambio climático, también es algo que dejaremos para las siguientes generaciones, enormes espacios inertes donde se producirá mucha electricidad, pero poca comida.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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