La huida
Tras el incendio de Doñana, un periodista de divulgación científica al que tengo como uno de los más sensatos del género en España, Antonio Martínez Ron, escribió en su cuenta de Twitter que jamás se le habría pasado por la cabeza pensar que estaba tan cercano el día en que nosotros, los sureños, nos pudiésemos convertir en refugiados climáticos.
Poco antes del verano, los compañeros de la Cadena SER en Córdoba estrenaron un documental de ficción sobre una jornada en la ciudad en la que directamente la alcaldesa (interpretada por Marisol Membrillo, muy grande) ordenaba la evacuación de la población. Este mismo jueves, el compañero Rafa Ávalos le preguntaba a los Meteofreaks, que acababan de subir una información sobre un récord de calor en Irán, con más de 53 grados centígrados, que cuál era la “temperatura incompatible con la vida”.
Tengo llamadas (y mensajes) de empresarios del turismo cordobés diciéndome que quizás deberíamos de dejar de informar tanto de que en Córdoba hace mucho calor, que eso es malo para los turistas, que van a dejar de venir. Ajá.
Antes de que llegue un cuñado, no, no hace el mismo calor todos los veranos. Y no, no somos unos pesados informando sobre el clima. Quizás informamos mal, sin contextualizar. Hace calor, vale. Año a año se baten récords de temperaturas máximas y mínimas en la ciudad y la provincia, la temperatura media se hace insoportable y están cambiando hasta los ciclos en el campo.
El otro día, mi padre me recordaba un refrán: “Por San Juan, brevas, y por San Pedro, las más buenas”. Este año, las higueras han producido las mejores brevas mucho antes que el día de San Juan. Y dudo que las mejores hayan llegado para San Pedro. Es decir, algo está pasando también en el campo. El cambio climático lo está alterando todo.
Como preguntaba el compañero Ávalos, se estima que la temperatura incompatible con la vida es la que supera los 43 grados centígrados en tu propio cuerpo. Es decir, que tu temperatura corporal suba de ese límite. Ni que decir tiene que hay varios días, varias horas, al año en Córdoba que superamos esa barrera, la del golpe de calor que puede ser mortal.
Múgica, el expresidente de Uruguay, consideró en su visita a Córdoba que el cambio climático es el mayor reto al que se enfrenta la humanidad “como especie” y que como tal hay que combatirlo. Da igual lo que hagan unos países, si no lo hacen todos a la vez. Pero es importante estar preparados.
Por ejemplo. Soy de los que echan de menos una contundencia mayor por parte de la Aemet y de los ayuntamientos. Con una temperatura máxima de 43 grados no puede haber vida fuera del aire acondicionado. Debería limitarse en la medida de lo posible. Los albañiles de esta ciudad han estado trabajando con esas temperaturas. Muchos jornaleros lo hacen. Hay gente que solo en el tránsito de su casa al trabajo o viceversa están expuestos a estas temperaturas insoportables.
Da miedo pensar en el futuro. La comunidad científica, y todos los países (España incluida en los acuerdos de París, han asumido que lo que viene será peor. La temperatura global subirá unos dos grados en las próximas décadas. Y eso siendo conservador. Es decir, no será difícil ver en Córdoba una máxima de 50 grados centígrados, como vemos en Irán o en las petromonarquías del Pérsico de manera más habitual.
Pero hay una diferencia: Qatar, Emiratos o Arabia Saudí tienen dinero para transformar sus ciudades. Dubai, por ejemplo, es una ciudad de interior donde es posible que puedas pasar un día entero cómodamente sin la necesidad de salir al exterior. Hasta tienen una pista de hielo. Pero para eso, hay que vivir sobre un mar de petróleo o gas. Y tener mucho dinero. Aquí no lo tenemos, pero tampoco parece que estemos haciendo nada. Ni intentarlo, al menos.
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