Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Córdoba necesita menos turistas
Que a Córdoba llegue un millón de turistas al año no es una buena noticia, aunque se venda de esa manera. Una ciudad que tiene un casco histórico enorme declarado Patrimonio Mundial por la Unesco no puede, ni debe, convertirse en una especie de Venecia en la que se pierda su esencia y, sobre todo, su singularidad.
El pasado viernes, La Casa del Ciprés acogió un encuentro organizado por Magdalena Entrenas, en el que invitó a los actores clave del turismo en Córdoba. Fue un debate sano y constructivo, en el que todos coincidimos en el diagnóstico de los problemas del sector pero también en el turismo que no queremos: el de borrachera, el de despedidas de soltero, el aluvión de patios o Feria.
Córdoba, a diferencia de otras ciudades, tiene una singularidad: el 90% de sus turistas vienen atraídos por algo único, su Mezquita Catedral. Es un dato incontestable. Córdoba es la Mezquita. Y la Mezquita es Córdoba. Córdoba, por tanto, es patrimonio y es cultura. Y ese es el turista que de verdad necesita la ciudad, el que quiere impregnarse de su historia, de su cultura, de un patrimonio que a día de hoy está fatalmente explicado (¿alguien entiende que no exista un museo de Al Andalus o de la propia ciudad que dé contexto?) o en el que cada actor hace la guerra por su cuenta.
No, es imposible reservar entradas para la Mezquita a través de una aplicación única para el turismo cordobés. El turista equis tiene que entrar en la web del Cabildo para comprar sus entradas, en la del Ayuntamiento para el Alcázar o en la de la Junta de Andalucía para Medina Azahara. Luego es imposible que un turista que quiera ir a Montilla a sus bodegas encuentre información en el punto de información turística municipal del Ayuntamiento en Las Tendillas. Para hacerlo tendrá que acudir a la Diputación. Es, como vemos, todo muy fácil y ágil.
Por eso es imposible que sea una buena noticia que Córdoba acoja a un millón de turistas al año. ¿Cómo son y a qué vienen esos turistas? En su gran mayoría, ¿hacen más gasto que el de comprar una botella de agua de plástico o colas kilométricas en el Santos? ¿Disfrutan de la noche, la gastronomía, la cultura de la ciudad? ¿Se van conociendo de verdad lo que han visto o acaban teniendo discursos sesgados por lo que se les quiera contar en la Mezquita Catedral, en Medina Azahara o en el Alcázar?
El turismo en Córdoba no necesita repensarse. Cada cuatro años lo hace, parece ser. Necesita volver al origen, seguir los planes marcados por ¿tres? proyectos diferentes que se han sucedido en diferentes corporaciones y entender de una vez por todas que un millón es pan para hoy y hambre para mañana. Un millón de turistas acaba vaciando de vecinos la Judería, acaba tensionando los servicios públicos (no hay más que ver la suciedad que pueden generar o la cantidad de policías que se necesitan) y exportando una experiencia de cómo fue su fin de semana al exterior que destroza cualquier campaña de promoción medianamente pensada.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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