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La celosía

Alfonso Alba

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Creo que hay pocas cosas más españolas que hacer las cosas y después pensarlas. Luego llega el famoso refrán del castellano: “sostenella y no enmendalla”. Aunque a veces las cosas sean ya muy difícil de enmendar. En España hay muchas carencias, pero una de las más importantes es la falta de planificación. Insisto: primero se hacen las cosas (digamos construir viviendas a cascoporro) y luego se piensan (anda, hemos construido tanto que ahora somos incapaces de venderlas y nos quiebra el país).

Esta semana, hemos visto un ejemplo claro que el arquitecto cordobés Rafael de la Hoz nos ha iluminado. De la Hoz, que está defendiendo con uñas y dientes la memoria de su padre, dio una rueda de prensa el martes en la que en todo momento se mostraba a favor de que la Semana Santa se trasladase al Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral. Yo me sumo a su propuesta. Desde luego, es mucho más atractiva una carrera oficial por el entorno monumental de la ciudad que en la plaza de las Tendillas, que más allá del caballo del Gran Capitán está todo rodeado de luminosos comerciales. Obviamente, algo no encaja. Y está claro: es mezquita y es catedral. Y es a la catedral de todas las ciudades hacia la que se dirigen sus pasos.

De acuerdo. Pero no a cualquier precio y, sobre todo, sin planificación alguna. El debate se ha centrado en celosía sí o no. Y ahí está el error. Para empezar, retirar la celosía para que entren y salgan con más comodidad los pasos de Semana Santa del interior de la Mezquita Catedral no soluciona nada. Por sorprendente que parezca, retirando la celosía al interior del principal monumento de la ciudad no entra un tercio de la Semana Santa cordobesa. Y no entra por un problema obvio: los pasos no caben. Es decir, que además de retirar la celosía habría que recortar los pasos.

Es decir, hemos estado apunto de desmontar una obra única (sí, señores y señoras, cuando entran a la Mezquita y descubren esa luz tan especial no es por otra cosa que gracias a las celosías de Rafael de la Hoz, que resolvió así uno de los grandes problemas que tenía el monumento cordobés: la falta de iluminación natural). Y hemos estado apunto de desmontarla para nada. Pongamos por caso que la Gerencia de Urbanismo le hubiese dado ya la licencia de obras al Cabildo, que a su vez consensuó un proyecto con la Junta de Andalucía. La celosía estaría ya fuera. ¿Significa esto que la Semana Santa en su totalidad podría haberse trasladado al Patio de los Naranjos en 2016? La respuesta está clara: no.

Primero, por que un tercio de las procesiones es que ni caben por la celosía ya desmontada. Pero hay más: ¿caben esas mismas procesiones por las calles del entorno de la Mezquita Catedral? La respuesta, para muchos técnicos que he consultado estos días, es también rotunda: no. La Agrupación de Cofradías sabe los problemas que tuvo que gestionar durante la Magna Mariana del pasado mes de junio. Requirió al Ayuntamiento para que retirara docenas de puntos conflictivos para el paso de procesiones, como cables, carteles luminosos, toldos...

Aún así, habría más problemas. ¿Más? Sí, más. Habría que hacer un estudio de seguridad en la zona similar al que se desarrolló en la Magna Mariana (¿están dispuestos vecinos y comerciantes a que el tránsito por la zona no sea libre durante la Semana Santa?) y otro mucho más problemático dentro de la Mezquita. ¿Está preparado el monumento para el paso de miles de nazarenos y pasos de Semana Santa con sus velas? ¿Se ha hecho algún estudio de seguridad al respecto? Y otra: ¿Va estar la Mezquita cerrada al turismo durante toda la Semana Santa?

Celosía sí, celosía no. Esa no es la cuestión. Planificación. Seguro que así se consigue. Vamos a hacer las cosas bien. ¿Es tan difícil?

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