Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Análisis de urgencia de la debacle de la izquierda y la victoria de la derecha
Hace justo un año, después de la victoria de Juanma Moreno por mayoría absoluta en las elecciones andaluzas, el cordobés que más influyó en ese resultado, Antonio Repullo, me hizo una reflexión. Moreno lo acaba de nombrar el hombre fuerte del PP en Andalucía y le había encargado patearse toda la comunidad autónoma para emular en las municipales el espectacular resultado de las andaluzas. “El PP tiene que ser el partido que más se parezca a la gente”.
Aquel día, pensé, que ese planteamiento no era nuevo. De hecho, en política está casi todo inventado. El PSOE de los años ochenta, en Andalucía y en España, se convirtió en el partido que más se parecía a la gente. Y eso le llevó a cosechar históricas mayorías en gobiernos regionales, en diputaciones, en grandes y pequeños ayuntamientos. También después de las andaluzas, la periodista de El País Lourdes Lucio escribió que el PSOE había perdido “oído electoral”. Y yo creo que había empezado a dejar de parecerse a la gente.
La gran victoria de la derecha en Córdoba, en Andalucía y en España no se explica por un único factor. Eso es algo fuera de toda duda. Es la suma de muchas cosas, grandes y pequeñas. Lo mismo ocurre ante la debacle de la izquierda. A mi juicio, la sociedad ha cambiado. Y ese es un fenómeno que no es solo español, sino mundial. En Europa apenas quedan ya gobiernos de izquierdas. En el mundo, igual. Pero quizás el mejor análisis previo está en un ensayo que hace cuatro años escribió Jorge Dioni: La España de las piscinas. En cómo el urbanismo también crea ideología.
La sociedad es ahora más conservadora que hace dos décadas. Y tiene motivos para serlo. La gran parte de los derechos sociales están conquistados, aunque siguen faltando un buen puñado. En la famosa pirámide de Maslow comenzamos a estar ya en lo más alto. En un goteo constante, la educación se ha ido transformando. La pública queda como un reducto marginal y la concertada o privada es a lo que aspira la mayor parte de la gente. Ya saben aquello de los padres muy de izquierdas que llevan a sus hijos a un colegio concertado con el argumento de que quieren lo mejor para ellos. Los problemas en la sanidad pública se traducen en que tener un seguro privado es hasta un signo de distinción.
Todo, el urbanismo, la educación, la sanidad, y por supuesto, la economía, genera ideología. La sociedad ha cambiado. Y el partido que mejor lo ha entendido, con sus defectos, ha sido el PP.
Las elecciones municipales se han jugado en clave nacional por encima de lo local. El PSOE no ha aprendido de su propia historia. En 2011, José Luis Rodríguez Zapatero decidió aguantar su gobierno y poner a los alcaldes en primera fila, como los generales con los soldados en la Primera Guerra Mundial. Fueron carne de cañón en las trincheras electorales. Una apabullante victoria del PP en las municipales de 2011 anticipó la mayoría absoluta de Rajoy unos meses después. Al PSOE le vino Dios a ver tras la pésima gestión del PP de sus mayorías absolutas, el nacimiento de Podemos y el cambio de ciclo. Recuperó poder pero lo acaba de perder en un suspiro.
Es bastante probable que la izquierda no se levante a corto plazo de esta debacle. Y que pierda el Gobierno de la Nación, que es casi lo único que le queda. El PP se acerca pues a su propio 1982. Y lo ha hecho pareciéndose a la gente, con sus defectos y también con sus virtudes.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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