El Cordobazo
Corría mayo -cómo no- cuando Córdoba se echó a la calle. Era el día 29 y la ciudad se desperezó aquella mañana muy harta de todo. Los cordobeses, tanto de la clase media cada vez más depauperada, como la trabajadora industrial, peor pagada y con menos derechos cada día que pasaba, llevaban años aguantando medidas extremas por parte del Gobierno; agachando la cabeza, mudos, ante los ajustes desiguales, el cerco a sus derechos y las crecientes presiones y amenazas nada veladas de una represión implacable, tenaz y segura. Y todo, en un contexto de corrupción exhibida en amplias esferas de la Administración pública.
Córdoba no era una excepción. Compartía hastío y cansancio, exactamente al igual que el resto de ciudadanos del país. Hacía frío. Puede verse en las fotografías de prensa. Chaquetas gruesas, pantalones largos. Una ciudad con jersey de cuello vuelto. Hacía frío pero durante el otoño el ambiente se había ido caldeando. Y tal vez por ser mayo, los cordobeses explotaron.
En los últimos meses, las cargas policiales se habían multiplicado al ritmo de las marchas de protesta. Y la violencia se había vuelto peligrosamente cotidiana. La mañana del 29, a las 12.30 se produjo la primera víctima mortal. Pertenecía a una de las columnas populares que regularmente se manifestaban por las barriadas de ciudad y trataban de acceder al centro, sitiado por las fuerzas de seguridad.
La muerte del manifestante provocó que, con incontenible furia, grupos organizados de cordobeses se adueñaran de las calles, levantando barricadas contra la policía que debió replegarse a sus cuarteles dejando la ciudad en manos de los trabajadores, estudiantes y vecinos enardecidos. La ciudad se quemaba.
Así comenzó El Cordobazo, el levantamiento popular de Córdoba (Argentina) que en 1969 puso en jaque al Gobierno de la nación y abrió una dramática y violenta década en aquel país.
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