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Up

Redacción Cordópolis

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Como personajes de una película de dibujos animados aparecen ante el vecindario cordobés los aspirantes a alcalde de Ciudadanos y UPyD. José María Vilches me recuerda a Carl Fredricksen, el adorable abuelo de “Up”, que idolatra al famoso explorador, Albert Rivera Schultz, y que se lanza a la aventura de su vida (ser alcalde o, al menos, concejal) a bordo de una casa flotante sostenida por globos. José María Castellanos quisiera haber sido Russell, el scout que se agarra a la casa de Carl en su ascenso meteórico, y participar en esa aventura pero, la falta de acuerdo entre las dos organizaciones políticas, amenaza con dejarle caer al abismo. el próximo 24 de mayo.

En el caso de Carl Vilches, se encuentra ante unas elecciones municipales donde todo el trabajo se lo hace su líder estatal. Es un partido pequeño, en crecimiento exponencial de militantes debido a que en las encuestas aparece con posibilidades de ser decisivo en el caso, más que probable, de que Hamlet Nieto no alcance la mayoría absoluta. Se ha tomado tan a pecho su papel que, para ser candidato, ya ha tenido que enfrentarse, sin clemencia, a algún contrincante interno, para lo que ha encontrado el apoyo de su organización.

No deja de ser paradójico que, un  partido que defiende ser aire fresco en el mundo político, haya reclutado a un histórico y polémico empresario de la ciudad. Los peperos están muy contentos por ello ya que, los indignados de la derecha, los que no desean votar al partido de la Gurtel y Bárcenas, no van a encontrase tan cómodos votando a Ciudadanos como sí lo harían si al frente se hubiera situado un candidato de perfil más dinámico y de futuro. De hecho, Carl Vilches, para compensar su perfil de superviviente del siglo pasado, vende su candidatura como la apuesta por la entrada de jóvenes profesionales en la política y la expulsión de los políticos profesionales.

No se conoce cuál es el programa electoral de Ciudadanos para Córdoba. Van posicionándose a cuentagotas con algunos problemas de la ciudad pero aspiran a que la ola a la que van subidos llegue a la playa de Capitulares sin obligarles a mojarse ideológicamente. El explorador Rivera Schultz les ha hecho prometer que no gobernarán si no alcanzan la alcaldía y habrá que ver como resisten la tentación, en caso de que se les aparezca en forma de posible coalición de gobierno con los peperos. No cabe la menor duda de que su formación política es auspiciada por los poderes económicos del país y estos no les van a permitir que vacilen a la hora de dar estabilidad a los gobiernos municipales del PP.

Por su parte, Russell Castellanos se encuentra en una difícil situación. Pensaba llegar a estas elecciones jugando el papel que ahora les arrebata cruelmente Ciudadanos y se han quedado a la expectativa de que ambos partidos acaben coaligados lo que, para las locales, ya es imposible. Venden juventud y defensa de la transparencia pero los garrotazos existentes dentro de su organización, donde se ha enquistado Rosa de España, alejarán el voto del vecindario cordobés.

Su objetivo es resistir este mal momento en el que las encuestas les dejan fuera del próximo pleno municipal. Quieren agarrarse a un cabo de la casa flotante de Ciudadanos y esperar a convencerles para que pronto les abran la puerta y puedan participar en un viaje conjunto. Ciertamente, hay que reconocerles que su perfil es más de centro izquierda que el del partido Naranja, pero su emblema magenta no logra trasladar las diferencias al electorado. Su destino parece ser similar al que ya sufre el Partido Andalucista de acabar fuera del marco institucional.

El vecindario cordobés debe darse cuenta de que estos partidos de aluvión, con un fuerte liderazgo personal y de proyección mediática, suelen tener una vida limitada. Lo mismo que Rosa de España ha caído en desgracia, en cualquier momento lo puede hacer el explorador Rivera Schultz. Sus alegatos sobre transparencia, anticorrupción o profundización democrática tienen un calado limitado en la ciudad que para nada se ha visto salpicada por escándalos. Aunque el mandato que termina se ha intentado echar suciedad sobre la gestión del IMDEEC, el resultado es que no ha existido ninguna responsabilidad política, y menos penal. Lo único que sigue siendo escandaloso es la situación de las Naves de Colecor, de las que nadie parece dispuesto a hablar.

Carl y Russell consiguieron sus objetivos: el primero, instalarse a vivir en “Las Cataratas del Paraíso”; el otro, su última medalla para ser considerado Scout. Todo muestra que Vilches podrá asentarse en Capitulares, pero que Castellanos tendrá que esperar a ser reconocido como concejal del Ayuntamiento. En cualquier caso, parece que el edificio de Capitulares contará por primera vez con seis fuerzas políticas: una Torre de Babel.

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