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¡Que liberen a Bárcenas¡

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Ángel Ramírez

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Ando estas semanas viendo como trato con mi hija las historias de vírgenes, santos y estas cosas que le cuentan o ella ve en nuestra muy apostólica Córdoba. Yo intento equiparar esos relatos a los de Hércules, Bob Esponja, o el hada Colorín pero no es fácil. Y la verdad es que no sé si es una buena idea,  porque la de Jesús es un historión, la Iglesia sí que sabe de esto tan de moda del storytelling. A la historia no le falta de nada, orígenes humildes, la amenaza desde la cuna, aventuras, el morbo con María Magdalena un poco a lo Mulder y Scully (¿estarán? ¿no estarán?), aunque la parte final del relato se pone más que cruda. Lo pienso y recuerdo las sensaciones, las sorpresas que la interpretación de todo aquello producía en nuestras despiertas inteligencias.

Tras muchas aventuras interesantes (me quedo con la tunda a los mercaderes), el gran chasco nos lo llevamos cuando lo pillaron, porque la verdad es que para ser un Dios resultó decepcionante. ¿¡Cómo es posible que Bruce Lee le ganara a 57 chinos expertos en artes marciales que tenían la ayuda de Chuck Norris metidos en un templo budista y a éste lo cogieran cuatro romanos en un olivar¡? Sería por sitio para correr... Claro que entonces no habíamos leído la tesis de Savater y no sabíamos que los héroes lo son precisamente por eso, porque lo sacrifican todo por la causa, incluso su propia vida. O sea que, como decíamos entonces, se dejó.

A partir de ese momento no hacíamos más que sufrir con el relato, pero de pronto se abre una posibilidad para un final feliz, algo a lo que ya estábamos acostumbrados por el sádico de Walt Disney, que nos las hacía pasar canutas pero al final siempre terminaba con buen rollito. Pues resulta que después de tantas aventuras y sufrimiento va Poncio Pilatos y monta un referendum, y da a elegir al pueblo entre la liberación del santo varón o la de un abyecto ladrón, Barrabás. La verdad es que parecía un poco amañado, porque es como si la Junta propone una votación entre declarar festivos los lunes o regalar las obras completas de El Fary a todos los recién nacidos de la Comunidad Autónoma, está claro ¿no?... Pues no, la gente eligió a El Fary, perdón, a Barrabás. Y de ahí en adelante todo fue un desastre, un final tétrico y amargante que no hubiera ocurrido si Walt Disney nace 2000 años antes. Y  no me vengan con que al final resucitó porque eso ya no solucionaba nada, resucitaría pero ése no volvió a tomar pan, ni vino, ni a María Magdalena, que no sé yo qué resurrección es esa. No nos la creímos nosotros ni nadie, si no mirad el universo capillita, un Resucitado manda menos que Chapahuevos en el Kremlin, ahí ahí anda con la Borriquita, ni comparación con un Nazareno o un Ecce Homo. Lo de la resurrección es cosa de hindúes, aquí si te la dan, te la tragas.

Pero a lo que yo iba, a lo de Barrabás, que esa historia me dejó un regusto amargo, un pesimismo antropológico y democrático extraño para un niño, y el pan de cada día para un adulto. Porque una cosa es que realmente ocurriera, otra cómo ocurriera, y otra distinta los motivos por los que la Iglesia se lo queda como parte del storytelling pedagógico que ha llegado hasta nuestros días, que pasar pasarían muchas cosas y ellos eligieron unas y otras se las inventaron. Como sabemos que no dan puntada sin hilo, me pregunto qué querrían contarnos con ese extraño episodio. Para mí, que cuando no pienso mal me equivoco, que el subtexto de la cosa es más o menos el siguiente:

Bueno, ya se ha acabado esto. Era un gran tipo, es verdad, de hecho nos hemos quedado con los derechos de explotación de su historia. Aunque si lo piensas... tampoco era para tanto. Le gustaba demasiado el protagonismo, ir por libre, y al final mirad qué solo estaba, que la gente prefirió a Barrabás. Es que tanto ir para acá y para allá largando, que si los mercaderes, que si el camello y el ojo de la aguja, que eso no gustó, ni aquí, ni en Sevilla. Si uno tiene diferencias las plantea en la organización, en sus reuniones, pero eso de ir murmurando... Mira Bárcenas, digo Barrabás, que no está de acuerdo con el reparto, pues lo hablamos y ya está, si hay actitud de compartir. Y si finalmente tienes que coger, pues coges, que te pillan, pues ya se traspapelará el expediente, se monta un referendum, un indulto, se inhabilita al juez, o lo que sea, es cuestión de tener voluntad. Que la gente, y el poder por supuesto, prefiere a un ladrón antes que a un idealista. Así que sí, que ha sido un gran tipo, pero a partir de ahora vamos a hacer las cosas de otra manera. Amén.

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