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Escuela de Diplomacia

María Isabel Martínez

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Por  mucho que nos empeñemos y aunque la naturaleza sea en términos cuasi absolutos maravillosa, no siempre ésta se muestra generosa con nosotros. Sí sí …ya sé que todos los niños son bonitos a los ojos de su madre y que todos tienen un ángel en la cara y despiertan en ti sentimientos de ternura y esas cosas,  pero ahora bajemos a la tierra y pongamos los pies en el suelo y dejemos de ser falsos….. Hay niños preciosos y hay otros…. feos de pedir perdón, por mucho que nos empeñemos y  el chiquillo te corra por las venas….¿o no? Que no nos ciegue la pasión, que haberlos, haylos. ¿Y ahora, qué se les dice a estos niños sin herir la sensibilidad de sus padres? No creeros que esto es tan fácil, hay padres que no terminan de asimilar que su hijo no es lo que se dice un niño bonito, o incluso hay padres que aún sabiéndolo, prefieren sufrirlo en silencio y para sí mismos.

Hay niños recién nacidos que parecen sacados de cuadros de Rubens, lo que llamamos verdaderos querubines, redonditos, calvitos,  ojitos azules, vamos lo que por aquí llamamos una auténtica monería. Con estos niños es muy fácil explayarse y regalar los oídos a esos padres henchidos de orgullo, que lo saben y no se sienten nunca hartos de oírlo: “madre mía es un muñequito”, “parece un Nenuco”, “estaréis orgullosos, no ha podido saliros más bonito”, “se le cae la cara de guapo”, ….. etc, etc, etc… podríamos estar aquí soltando calificativos durante una hora sin parar, porque se te vienen dos millones de cosas a la cabeza para decir de ese niño y las dices, incluso fluidamente porque te salen solas y además, de dentro. Eso es lo que en términos generales se llama sinceridad. El niño es guapo y punto.

Pero otras veces, a la naturaleza caprichosa le da por unir lo peor de la genética del padre, con lo peor de la genética de la madre…. y cuando por primera vez te arrimas a la cunita de la maternidad a ver a la preciosa criatura, te quedas auténticamente petrificado porque lo que allí ven tus ojos dista mucho de ser  un lindo querubín de Rubens….parece más bien una cría de mono tití recién escapado del zoo más próximo. Dios mío, ¿y qué se le dice a este niño? …… porque ¡¡los padres te miran fijamente a los ojos y están esperando tu diagnóstico… y a ti te enseñaron de chiquitito que no se miente!! Aclaremos que esos padres son conscientes de que su hijo es feo de narices, pero el instinto de protección hacia la “preciosa” criatura hará que la defiendan a capa y espada y no admitan crítica despectiva alguna, a pesar de las evidencias. Aquí te quieres morir….es como si durante décimas de segundos oyeras tus propios pensamientos: venga di algo ingenioso, no puedes decir que el niño es guapo porque quedarás como un mentiroso compulsivo y un falso, pero algo tienes que decir….¿pero qué?…piensa…vengaaaa…. date prisa …y lo primero que sale por tu boca es ¡¡¡¡Ay qué mono!!!!! Nooooooo ¿por qué he dicho esooooo? ¿por qué, Dios mío?…¿no tenías otra frase? ¡¡¡Ahora sí que me quiero morir!!! La acabas de cagar, pero bien……Llegado a este punto,  te recomiendo que no remuevas nada más, no intentes arreglarlo con otras frases ingeniosas, porque no te saldrán y lo empeorarás más…. Opta por cambiar de tema y pregúntale a la madre qué tal se siente y cómo fue su parto, a ver si consigues que se le olvide lo que has dicho….o simplemente…no vuelvas a abrir la boca en toda la visita. Be water, my friend….

Hay quien para salir del paso, en lugar de vomitar calificativos hipócritas para el niño, inteligentemente, desvía el tema hacia otro lado- sin saber por supuesto- que camina peligrosamente hacia arenas movedizas. Pero bueno….¡¡cómo se parece este niño a su madre, es cacaíto!! dices tú en un alarde de auténtico experto en técnicas de escapista profesional y creyéndote muy listo por haber salvado la situación….. Diez segundos…sólo necesitas diez segundos para comprobar que la has cagado también…. justo el tiempo que tarda la abuela paterna en sacarte una foto del padre de la criatura en pelota picá, con tres días de vida, en blanco y negro, tan deteriorada que no se ve ni el niño y restregártela por la cara para que veas que en términos de fisionomía estás suspendido (no sé por qué antiguamente había esa manía de retratar los atributos del bebé en plan doy fe de lo bien dotado que viene mi Paco….) Aquí os aconsejo que claudiquéis a la primera y le deis la razón a la señora, porque de no hacerlo, te sacará el álbum de fotos del reciente papá al completo y te lo vas a tragar… leído y oído…porque te lo va a narrar….. uf…¡¡sálvese quien pueda!!! Entre otras cosas, porque estás siendo instigador -sin saberlo- de un verdadero conflicto familiar donde sólo puede ganar el más fuerte…. ya que miras de refilón  la cara de la otra abuela y la ves amarilla-roja-amarilla-roja-amarilla como un semáforo, porque ella sí piensa que se le parece a su preciosa hija, pero en este momento no es cuestión de engancharse a pelear con la comadre delante de la visita. ¡¡Ya te pillará solo y te enseñará su propio arsenal de fotos…no te preocupes!! Aquí siempre es mejor optar por una solución alternativa y diplomática, y es plantear la pregunta de otra forma: ¿a quién se parece este niño? Sueltas la bomba de relojería y como se van a liar ellos solos…pues ya no tendrás que hablar más…. no tienes que soltar más calificativos sobre el niño. Salvado.

Jamás de los jamases se te ocurra decir: ¡Qué espabilado! Porque la madre lee entre líneas y cuando oye eso de su hijo, sabe perfectamente que lo que verdaderamente piensas  de su criaturita es que el niño es feo de infarto, porque si no, hubieras dicho que era bonito y no lo has hecho… has dicho ¡qué espabilado! te han oído todos perfectamente…¡¡¡Te han pillado!!! Mal vamos….. peligra una amistad de muchos años como no reacciones rápido.

Tampoco vale quedarse callado con cara de pánfilo mirando al niño y sonreír como si estuvieras extasiado ante la supuesta belleza del bebé, porque tiene el mismo efecto que el “¡Qué espabilado!” y la misma lectura, y recuerda…la madre está esperando el diagnóstico. Tienes que decir algo sí o sí…pues hala…. ve pensando….y mide bien tus palabras.

Hasta qué punto llega a veces la hipocresía, que recuerdo perfectamente un caso –del que yo misma fui testigo- en el que una madre le dice a otra que portaba un bebé en su regazo: ¡¡¡nena, es clavadito a ti!!! Y la otra madre le contesta: jaja pero si este niño no es mío, se lo estoy sujetando a su mami mientras le prepara el bibi……os lo prometo, verdá verdadera. Mejor callarse que soltar cosas así.

Yo para estos casos, tengo mis propias estrategias. Cuando me presentan al “niño tití”, es decir al “no agraciado” opto por una salida alternativa que no deje salir mi falsedad ni hiera la sensibilidad de esos padres. Opto por dirigirme directamente al bebé:

-Pero bueno….¿cómo se llama esta cosita?

-A lo que la madre te contesta: Gonzalo (aquí además le sacas el sexo del bebé, que no siempre está tan claro y no te atreves a preguntarlo pues también hiere que te puedas confundir)

-Gonzalo, bienvenido al mundo. ¿Sabes que tienes unos padres maravillosos y una mami que es una campeona? ¡¡No podías haber elegido mejor!!

Y a continuación desvías la conversación hacia el parto de la madre y los famosos puntos de sutura. Resuelto.

También vale algo así como: ¡¡¡Ainsss qué cosita!!! Pero si tiene una cara de bueno que no puede con ella ¿se porta bien? Y eso da pie a que siga hablando la madre y tú ya…si eso, te relajas….

De todas formas, nada es eterno. Los niños crecen y cuando lo hacen, sus caritas van cambiando y tarde o temprano…todos sin excepción, se transforman en preciosos querubines a los que elogiar de forma sincera, pero es verdad que a veces, y solo a veces…la primera semana dan miedo: tan rojos, hinchados, deformados y haciendo más muescas que un bizco….te lo ponen difícil, francamente.

Y si alguna vez me oís decir cosas así…..que sepáis que cambio constantemente de estrategias, jaja...

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